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Columna
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Mañana

Las militantes feministas se han encargado ya de explicar por qué esta ley ofende a las mujeres, a su libertad

Jorge M. Reverte

Mañana, 20 de diciembre de 2013, aniversario de la muerte de Carrero Blanco, el consejo de ministros del gobierno presidido por Mariano Rajoy, cometerá previsiblemente una infamia: sacará adelante la ley del aborto que propone el ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón.

Las militantes feministas se han encargado ya de explicar por qué esta ley ofende a las mujeres, a su libertad. Su contenido exacto aún no lo conocen ni siquiera los militantes del PP porque el cañón de agua que ha comprado Interior para atender la “actual situación social” todavía no funciona, no está listo. Pero se sabe lo fundamental, que liquida la única ley razonable que puede haber, que es la ley de plazos. Un criterio que elimina los paternalismos, la dominación, los milagreros, los psiquiatras con electrodos y los curas de sotana de la vida de las mujeres. Una ley que, según las encuestas, es aceptada por la inmensa mayoría de las mujeres que votan al PP.

En cierto sentido, el texto llega tarde. Porque su primer valedor está de capa caída. El cardenal Ángel María Rouco Varela ha perdido gran parte de su poder. Un obseso del útero femenino que afirma que España es tierra de misión, es decir, un lugar en el que el catolicismo está en riesgo, en el que las mujeres abortan por vicio y los maricones y las bolleras se casan para legalizar el fornicio.

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Con esta ley, millones de mujeres vuelven a estar bajo la tutela reaccionaria de una Iglesia que todavía no ha comenzado a atender las razones de un papa que dice que lo primero debe ser atender a los pobres y a los desgraciados.

Durante el tiempo que el PP siga al frente del gobierno de este país, la ley las tendrá sometidas al arbitrio de los herederos espirituales de Rouco como Gallardón.

Pero quiero imaginar que ni un minuto más.

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