Bravo Casillas, bravo Marías
Siempre que juega Casillas, hago lo imposible por no perderme el partido de marras. No entiendo nada de fútbol, pero contemplar a Casillas ejecutando “milagros” (por tomar en préstamo esta expresión de Marías) resulta un espectáculo tan hermoso como el que nos depara la danza clásica o contemporánea.
Además, como Marías comenta en su lúcido artículo Las no tan viejas lealtades, del 10 de noviembre, Casillas es todo un modelo de persona digna que se comporta con compañerismo y “una nada demagógica nobleza”.
Todos los domingos comienzo mi lectura de El País Semanal por la última página, que tiene como titular a Javier Marías, que nunca me defrauda.
El artículo que comento merece un caluroso ¡bravo! por compartir con el lector o la lectora la indignación por la conducta de los responsables de que Casillas (otro ¡bravo! calurosísimo para él) no salte al campo durante la Liga, quizá por ser demasiado bueno como portero de fútbol, como deportista y como ser humano.
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