Hablemos de personas
Tanto la afirmación “estamos en crisis porque el país no crea riqueza”, como su opuesta, “el país vuelve a crecer y crear riqueza” —con su imagen asociada del final del túnel—, son perversas desde un punto de vista ético porque olvidan a las personas. Crean un espejismo de puerta giratoria para la economía que lo mismo que nos mete en la recesión nos saca de ella devolviéndonos al paraíso del crecimiento y el consumo como si nada hubiera pasado. Pero sí ha pasado y la pregunta es: ¿con qué nos vamos a encontrar a la salida del túnel?
Un discurso como el señalado parte de la asunción de que para la economía los individuos —las personas— son un factor secundario o irrelevante para el resultado de la ecuación. Pero las personas sienten, sufren… y tienen dignidad; y cuando la economía no es capaz de atender a la dignidad de todos los ciudadanos, solo con un gran cinismo podemos hablar de salidas de túneles o superación de crisis, prescindiendo en el discurso de todo ese sector de la sociedad que, por el camino, ha dejado de tener garantizado el mínimo socialmente ético. Actuar así es afirmar que es responsabilidad exclusiva del propio individuo su situación, su desgracia, y que el resto de la sociedad, o la economía, poco pueden —o deben— hacer por ellos.
La creación de riqueza, sin más, no es ética: no volvamos a los tiempos de burbujas y de dinero fácil. Si lo hacemos, no habremos aprendido nada y la crisis solo habrá servido para dejar todo un sector de la población fuera del sistema, dando la razón a quienes afirman que lo que nos ha ocurrido no es una crisis, sino una pura estafa.— Máximo Aláez.
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