La princesa del Sitar
Anoushka Shankar llegó al mundo marcada por el instrumento indio. Lo toca desde los ocho años. Hija del gran Ravi Shankar y respetada en Oriente y Occidente, en su nuevo álbum participa su hermanastra Norah Jones
Calla Anoushka Shankar cuando se le pregunta si va a enseñar a su hijo a tocar el sitar. Zubid, fruto de su matrimonio con el director de cine Joe Wright, tiene dos años y medio, y no parece una decisión urgente. O quizá sí, porque ella recibió su primera clase con ocho. “Pensar en eso me pone nerviosa. He crecido en un ambiente en el que muchos de mis amigos tenían padres que hacían algo, y creo que da igual la decisión que tomes, siempre te equivocas. Hay hijos que se quejan de crecer a su sombra y otros que protestan porque sus padres no les han enseñado ese don tan especial que poseen”.
A pesar de que hoy, a los 32, es una de las más respetadas sitaristas del mundo, y seguro la más conocida, no parece recordar con cariño sus comienzos. “Es un instrumento muy difícil. Intimida mucho cuando empiezas. Cuando tocas el piano, por ejemplo, pronto eres capaz de interpretar una melodía. En el sitar hay que emplear muchas horas simplemente para aprender a poner los dedos en las cuerdas. Y muchas más hasta que eres capaz de extraer un sonido armónico. Las yemas se llenan de callos”.
El sitar se enseña de maestro a discípulo. Y ella tuvo al mejor profesor: su padre, Ravi Shankar, un mito en su país natal, India. Y, de rebote, en medio mundo. A pesar de ser un virtuoso de este instrumento de cuerda inseparable de la tradición india, Shankar se hizo famoso en Occidente por ser la persona que enseñó a tocarlo a George Harrison, de los Beatles.
Ravi Shankar falleció en diciembre de 2012, a los 92 años, y el nuevo disco de Anoushka es el primero que publica tras su muerte. Estaban muy unidos. Con 20 años escribió un libro llamado Bapi, el amor de mi vida (Bapi era el apodo cariñoso con el que se refería a su padre). El título de su nuevo disco, Traces of you (Universal) –rastros de ti, en español–, es una referencia directa a la huella que ha dejado. “Cuando grabé el anterior me estaba casando y dando a luz a mi hijo. Este lo hice cuando mi padre se estaba muriendo. Obviamente es más oscuro”. Ese anterior, Traveller (2011), lo produjo el español Javier Limón. Shankar se acercó al flamenco grabando en España, con cantaores y tocaores como Duquende o Sandra Carrasco.
Menuda, educada y elegante, apenas deja traslucir, mientras come en un restaurante londinense cercano al que será su nuevo domicilio, que hoy es uno de esos días en los que desearía estar en otra parte. Se cambia de casa y había avisado de que no quería hacer promo esta semana. “Por supuesto, la obra va con retraso. Así que hoy estoy literalmente de mudanza. Vivo en el apartamento vacío, con mi hijo. Y mi marido está en la casa vieja con todas las cajas. Es muy estresante. Llevo en movimiento toda la vida, pero era diferente. Solo necesitabas una maleta. Es mi primera mudanza de una casa a otra”.
Nació en Londres, pero ha vivido con sus padres en California y en Delhi. “Supongo que Londres es mi hogar tanto como es posible que un lugar lo sea. Nunca me he sentido muy arraigada en ningún sitio. Pero haber tenido un hijo aquí me ha hecho sentir que este es mi hogar más que cualquier otro. Si tengo que decir de dónde soy, diría que India porque de ahí procede mi cultura, especialmente la música, que es una gran parte de mí. Pero no es mi hogar. Nunca he creído que podría vivir solo allí”.
Cuando salió a la luz la violación de una joven en Delhi, la artista aireó en un vídeo los abusos sexuales a los que la sometió un amigo de sus padres siendo niña
En India es una celebridad. Cuando se le pregunta por el país, que en los últimos 15 años ha vivido una transformación asombrosa, muestra preocupación. India se encuentra en una encrucijada. Intenta demostrar que es una nación moderna, y económicamente ha vivido un boom espectacular, pero es una nación llena de contradicciones. Hay brotes de machismo brutal, un desprecio por la mujer que salió definitivamente a la luz con la violación en grupo de una joven en Delhi en diciembre de 2012. La víctima, una estudiante de Medicina de 23 años, fue abandonada en una cuneta y murió por las lesiones causadas. Anoushka colgó entonces un vídeo para animar a las mujeres a no consentir ningún tipo de abuso. Allí contó que de niña había sido agredida sexualmente durante años por un hombre cercano a sus padres.
Esa declaración pública fue un shock. “Era un momento muy particular en India. Por primera vez, todo el país habló de un problema, la violencia sexual contra las mujeres, que estaba ahí y se mantenía oculto. Y tomé conciencia de que alguien como yo no podía esconderse, tenía que aportar mi parte. Pero además aquello pasó cinco días después de la muerte de mi padre. Yo tenía la sensibilidad a flor de piel y el corazón roto. Cuando te pasa algo realmente importante en la vida, sientes la necesidad de ser sincero. No importan las consecuencias, eso son tonterías. Solo importa lo real. Así que cuando me pidieron hacer un vídeo condenando el suceso, salió así. Lo que allí cuento es algo de lo que nunca había hablado. No estaba avergonzada. Simplemente nunca encontré el contexto apropiado para hacerlo. Y este lo era. La respuesta me dejó paralizada. Nunca hubiera pensado que la reacción iba a ser tan grande. Durante semanas, mi teléfono no dejó de sonar pidiéndome entrevistas. Pero si hubiera querido dar una exclusiva, no lo habría contado con un vídeo en YouTube. Allí está la verdad. Toda”.
–Menudo año, ¿no?
–La verdad es que sí. Soy una adicta a la actividad, pero creo que voy a parar un poco. En los últimos tres años he tenido demasiadas emociones. Me he casado, he tenido un hijo y he perdido a mi padre. Además, he grabado dos discos y he estado de gira por todo el mundo. Ya he cumplido 30, creo que es el momento de bajar un poco el pistón.
Es cierto que su ritmo de trabajo ha sido desbordante. Debutó profesionalmente a los 13 años. Había grabado tres discos de música clásica india antes de cumplir los 19. “Entonces dejé de grabar. Aunque no paraba de girar. Era una locura. Era la excusa perfecta para no meterme en un estudio, porque estaba perdida y no quería grabar cualquier cosa. Con 23 me cogí un año sabático. La idea era estar todo un año sin actuar. Mi madre pensó que me iría de mochilera, pero en vez de eso hice Rise. Fue la primera vez que escribía música. Salió eso. Me encanta ese disco porque soy yo. A pesar de ser una veinteañera, me sentía una adolescente explorando el mundo. El pop, la electrónica…”.
En su intento por sonar contemporánea, Rise es una aproximación a la electrónica muy naive cercana al chill out ibicenco. El siguiente, Breathing underwater, lo firmó a medias con Karsh Kale, otro angloindio que junto con Talvin Singh, Trilok Gurtu o el productor de Traces of you, Nitin Sawhney, han sido los responsables de integrar los sonidos tradicionales indios en el tecno británico. Pero a pesar de eso, Breathing under water es conocido por ser la primera vez que colaboraba con su hermanastra: Norah Jones, que en Traces of you firma con ella tres canciones.
Norah tiene dos años más que ella, y es el fruto de una larga relación del músico con la promotora estadounidense Sue Jones. Mientras, mantenía otra pareja: Sukanya Rajan, la madre de Anoushka, 34 años menor que Ravi. A ninguno de los implicados le resultaba fácil hablar de ello en público. Ni siquiera ahora, 15 años después del primer encuentro entre ambas. “Hablando de forma global, esto es muy sencillo. Es una de esas situaciones en las que la prensa lo complica todo mucho más de lo que es. Y al final Norah, mi padre y yo, pasamos 15 años explicando algo que nunca necesitó explicación. Si Norah no se hubiera hecho famosa, a nadie le importaría este asunto. En el libro sobre mi padre hay un capítulo entero sobre mi hermana, lo maravillosa que es y lo cerca que estoy de ella. No hay ningún misterio. Siempre hemos estado cerca. Y ahora es como ‘Habéis escrito canciones juntas. ¿Ya os lleváis bien?’. Siempre nos hemos llevado bien. La adoro. No hay más”. P
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