Una alianza debilitada
El acercamiento de Obama a Irán ensancha la desconfianza saudí hacia el presidente de EE UU
A lo largo de 70 años, Arabia Saudí y Estados Unidos han considerado prioritaria una estrecha alianza que para la superpotencia significa seguridad en el abastecimiento de petróleo, pero no solo, y para la monarquía feudal una garantía de supervivencia y el suministro masivo de armamento. Ese idilio parece comprometido a juzgar por los últimos movimientos saudíes, el más espectacular de los cuales es su brusca renuncia, hace dos semanas, a un asiento en el Consejo de Seguridad, aspiración que Riad acariciaba desde hace años. Una decisión destinada básicamente a desairar a Barack Obama, a quien los saudíes comienzan a ver como un aliado poco fiable.
Los agravios saudíes con EE UU se han solventado tradicionalmente con diplomacia de sordina, en la mejor tradición de la monarquía integrista. Pero la evolución de los acontecimientos en Oriente Próximo, reflejo en buena medida de la imparable confrontación entre chiíes y suníes, ha acelerado el desencuentro. Riad percibe a Obama en el lado equivocado. Se trate de su falta de determinación para responder militarmente a Bachar el Asad, de su zigzagueante política en Egipto tras dejar caer a Mubarak o de su pasividad ante los excesos israelíes frente a los palestinos o la descomposición de Irak. El episodio definitivo que ha atizado la furia saudí es la súbita aproximación a Irán del presidente estadounidense, en busca de un acuerdo que impida a los ayatolás llegar al arma atómica.
Irán, Estado chií, es el enemigo por antonomasia de los mandatarios saudíes en el pulso entre las dos principales ramas del islam. El acercamiento entre Washington y Teherán haría irrelevantes los años y el dinero dedicados a construir pacientemente un frente regional antiiraní. Un eventual deshielo no solo relegaría regionalmente a Arabia Saudí, daría también alas a las reivindicaciones y agravios chiíes en numerosos países bajo el influjo de Riad.
Editoriales anteriores
Arabia Saudí no es el aliado ideal de nadie que se proclame defensor de los principios democráticos, pese a lo cual su sociedad con EE UU ha servido durante décadas a los intereses de ambos. Obama acaba de establecer como prioridades lograr un acuerdo nuclear con Irán e impulsar la paz entre palestinos e israelíes. Esos objetivos difícilmente cuajarán teniendo en contra a un régimen cuya influencia doctrinal e ilimitados recursos económicos le hacen determinante en el mundo árabe.
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