Maltrato y política de ataque
Acabo de llegar de Venezuela, invitada por la Feria Internacional del Libro, feliz por el trato generoso que he recibido de sus anfitriones. Este maravilloso país está ahora dividido en chavistas y opositores al chavismo (clase media, cultura, empresas…).
De regreso, viví en el aeropuerto Michelena una experiencia tremenda. Fui llamada por la policía y tratada como delincuente y narcotraficante de alto nivel.
Me llevaron a un cuartucho infecto, con perro incluido, allí esperé la llegada de la maleta. Mis papeles en orden. Invitada especial de Filuc... Como si oyeran llover. Un tipo fiero estuvo una hora entera registrando mi maleta: oliendo como perro (con mi respeto hacia el perro) cada una de las páginas de los seis libros que llevaba, abriendo botones, chaqueta, con un cuchillo rompieron un zapato, pieza por pieza, ropa interior, fue husmeada como ni siquiera he visto en las películas. El poli quitó el forro interior de maleta. El resto de mi ropa usada, por supuesto, pareció no interesarle, pero la estuvo tocando hasta lo indecible. El cuchillo no lo apartó un momento de su mano.
He vivido en países socialistas, he sido antifranquista con todas sus consecuencias, he estado en Cuba, y en Colombia, he llegado al límite donde se considera zona peligrosa, y jamás me encontré con una situación parecida. Duele, sobre todo, lo que esta actitud hostil representa para que el país pueda ser visitado sin prejuicios ni temores de ninguna clase.
He sabido después que varios artistas visitantes de Venezuela en los últimos 15 años han denunciado maltratos similares. Me tocó una experiencia desagradable y un mal recuerdo que quisiera poder borrar de inmediato.— Nuria Amat.
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