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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

División de banderas

Después del éxito de la Via Catalana, me pregunto: ¿y ahora qué? Entre el Gobierno central, el Gobierno de la Generalitat y los partidos políticos no hay voluntad de diálogo y obstinadamente no se mueven ni un solo milímetro de sus respectivas posiciones, repitiendo hasta el aburrimiento y como un mantra “Constitución”, “Constitución” los unos, y “dret a decidir” los otros.

Estoy de acuerdo con la consulta, pero no basta con apelar a los sentimientos nacionales y a la lengua. Para decidir, tanta importancia tiene la pregunta como la información sobre lo que se nos va a preguntar.

Necesitamos saber qué pasaría el día después de la consulta, cómo sería el “estat propi” y sus instituciones, si el país sería independiente o un Estado asociado o federal dentro de España, si estaríamos dentro o fuera de la Unión Europea, cómo quedarían nuestros derechos, qué pasaría con la economía, qué moneda tendríamos, cómo se garantizarían las prestaciones sociales, etcétera.

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¿Qué hay de todo esto? Lamentablemente, ni por un lado ni por el otro he encontrado información fiable y contrastada que despeje estas dudas. Solo hipótesis o conjeturas.

Es necesario un poco de seny, y que las partes implicadas se olviden de posiciones maximalistas e intenten una negociación y un diálogo para encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde. Es su deber como políticos.— Asunción Portabella. Barcelona.

Yo soy uno de los catalanes, mayoría silenciosa, que se quedó en casa el 11 de septiembre, que no hizo “Via”. Escucha, Soraya, pero yo quiero opinar, soy silencioso, soy mayoría y quiero que escuchen mi voz en un voto. No me secuestres mi opción de opinar y votar.

Escucha, Artur, no me engañes, hazme una sola pregunta, clara, inequívoca y no tengas miedo. Ya soy mayor y tengo clara mi pertenencia. Y me expresaré claramente e inequívocamente en las urnas.

Soraya, Artur, dejadme opinar a mí sin equívocos.— Carlos Monclus Guardia. Terrassa, Barcelona.

En mis venas corre sangre inglesa, alsaciana, gallega, cántabra y castellana. Mi padre nació en Cádiz, pero se crió en Madrid. Mi madre nació y se crió en Madrid. Se conocieron en París. Mi hermana mayor nació en Madrid, pero se crió en Barcelona. Mi hermana menor y yo nacimos y nos criamos en Barcelona. Somos catalanas, supongo. Pasé uno de los más felices años de mi vida en Lisboa. Adopté la cultura portuguesa como algo propio. La cultura australiana y alemana también han enriquecido mi persona. Mi hijo ha nacido en Mallorca. No tengo ni idea de dónde se va a criar, porque soy uno de esos gitanos de la ciencia.

Mi abuelo perdió una pierna en el frente de Teruel por culpa de una granada que cayó del cielo. ¿De qué bando era la granada? Tan solo tenía 28 años. Antes del golpe militar servía a la bandera republicana y la Armada lo había seleccionado para competir en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Le tocó perder la pierna, y casi la vida, bajo los colores de la bandera nacional. ¡Estúpida guerra que nos sometió a casi medio siglo de oscuridad! ¿Cuándo seremos capaces de ver más allá de los colores de unas banderas? Tenemos una historia europea forjada a base de guerras y no aprendemos. Nos siguen manejando, tal si fuésemos soldaditos de plomo en un gran tablero de estrategia militar. ¡Viva Pangea!— Rosa García Novoa. Esporles, Islas Baleares.

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