Lo que falta para la paz en Siria
Por Consuelo López-Zuriaga. responsable de relaciones institucionales de Intermon Oxfam.
El acuerdo alcanzado ayer en Ginebra entre Estados Unidos y Rusia destinado a la destrucción de los arsenales de armas químicas del régimen de El Asad, es sin duda una buena noticia para los millones de civiles sirios que sobreviven atrapados en el conflicto, para los habitantes de una región continuamente amenazada por la espiral de desestabilización e incertidumbre, y para la comunidad internacional.
Finalmente y tras semanas de vertiginosa actividad diplomática y presión política, la capacidad disuasoria de una amenaza de intervención militar por parte de Obama (que probablemente habría tenido incalculables costes humanos y geopolíticos) parece haber ganado esta primera batalla.
A partir de ahora y hasta finales del mes de noviembre, Al Asad tendrá que cumplir lo pactado y destruir los arsenales y las instalaciones en las que se fabrican estas armas, bajo la vigilancia de los inspectores de Naciones Unidas. No cabe duda de que éste es un primer paso esperanzador para reconducir la situación en Siria, pero no podemos olvidar que continúan existiendo al menos tres importantes cuestiones sin resolver.
En primer lugar, la solución política a una guerra civil que ya se ha cobrado más de 100.000 víctimas. Es vital que la comunidad internacional no baje la guardia y continúe presionando para que las partes del conflicto se sienten a negociar la paz.
En segundo término, la situación humanitaria en Siria continúa siendo dramática. Según datos de Naciones Unidas más de 6.8 millones de personas necesitan ayuda humanitaria (lo que equivaldría a dos veces la población de Madrid). 3 millones de niños viven amenazados dentro del país. Uno de cada cinco sirios (4.25 millones en total) se han visto obligados a abandonar sus hogares huyendo de la guerra, y dos millones de refugiados han atravesado las fronteras de Jordania y Líbano. A pesar de la colosal escala de esta crisis, el llamamiento para recabar fondos entre los donantes internacionales, realizado por Naciones Unidas en el mes de junio, sólo ha conseguido cubrir un 40% de las necesidades de la población. Siria hoy necesita una inversión masiva de ayuda humanitaria, tanto de paises como ayudas privadadas de pequeños donantes canalizadas a través de las organizaciones que trabajan en el terreno, y estrategias de asistencia a largo plazo, para que se puedan dar las condiciones necesarias que permitan la construcción de la paz.
Finalmente, es importante que las victorias diplomáticas no se realicen a expensas de las víctimas. Es crucial que el ataque perpetrado el 21 de agosto así como las violaciones de derechos humanos constatadas por los inspectores de Naciones Unidas, no queden impunes y sean juzgadas de acuerdo a la legalidad internacional.
Sin duda alguna, el acuerdo firmado ayer es una luz al final del oscuro túnel en el que desde hace más de dos años vive la población siria. Da esperanza a los miles de activistas de todo el mundo y organizaciones de la sociedad civil árabe y siria, que se movilizaron durante la cumbre del G20 para pedir a Obama y a Putin un alto el fuego y una solución política. Pero no podemos bajar la guardia. A pesar de que la entrega de las armas químicas es un gran avance, la paz es todavía un lugar muy lejano para millones de sirios.
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