La Diada y los deseos de independencia
Aunque no comparto los deseos de independencia de los catalanes que participaron en la Via Catalana, admiro la forma cívica y pacífica de articularse en torno a una ilusión compartida. También estoy de acuerdo con muchos de los motivos lingüísticos, sociales, culturales y políticos que aducen, aunque no con muchos de los económicos.
Uno a veces se siente tentado a pensar que gran parte de los participantes (cientos de miles) estuvieron allí como consecuencia de la manipulación de los medios de comunicación. Pero lo cierto es que, lamentablemente, ha sido el partido del Gobierno español el que, con desprecio, falta de respeto y falta de sensibilidad ha hecho que las cosas estén en un punto que parece de no retorno. Este partido quiere tanto a España que la va a ahogar de tanto abrazarla.
Ojalá me equivoque con respecto a lo del punto de no retorno y juntos podamos construir un nuevo espacio de ciudadanía donde todos nos sintamos respetados y a gusto. Y este espacio debe construirse a partir de los ciudadanos y no de los partidos. No me uno a aquellos que, en ambos extremos, y por resignación o por otros intereses, no quieren volver a intentar un camino en común.
Creo que la ruptura sería más traumática que mantener el status quo actual. Pero la situación actual está muy lejos de ser satisfactoria para nadie.
Sería triste y paradójico que España tuviera que separarse de Cataluña para darse cuenta de que debe cambiar y construir un país para sus ciudadanos y no para sus élites políticas y económicas. La única manera de que esto no suceda es que España empiece a transformarse ya.
Deseo que el proceso constituyente que ha comenzado en Cataluña también se extienda al resto de España: derecho a decidir en un sistema de democracia directa y participativa.— Juan Manuel Villamayor Frechilla. Barcelona.
Todo el mundo puede defender sus ideas políticas pero no manipular la historia y los hechos históricos, que son los que son. En 1714, los defensores de Barcelona no eran en absoluto unos supuestos independentistas como se les presenta. Proclamaron que “luchamos por nosotros y por toda la nación española”, como puede comprobarse en los correspondientes documentos históricos. Y el propio Rafael de Casanova siempre defendió a España, se sentía español y pidió en su bando a los barceloneses “derramar su sangre por la libertad de toda España”. Que cada 11 de septiembre se nos presente como independentistas a quienes nunca en absoluto lo fueron, manipulando la historia de una forma tan evidente y grosera, es indignante y causa ya vergüenza ajena.— Juan José Gutiérrez. Barcelona.
Dice el ‘molt’ honorable presidente Artur Mas, en la víspera del 11 de septiembre, que la hoja de ruta está muy clara: dret a decidir, consulta, transición nacional y forma de Estado.
Si tan clara es la hoja de ruta y tiene claro que después de la consulta viene la transición nacional, ¿para qué realizar la consulta, que cuesta mucho dinero, si ya sabe el resultado de la misma: transición y (nueva) forma de Estado?
Le diré a mis amigos hispano-catalanes (los que creen compatibles ambas condiciones) que se lean a Günter Walraff (“Ganz unten”, traducido al español “Los de abajo”) y que vayan haciendo las maletas. Pero entonces, ¿quién fregará las alcantarillas, los cuartos de baño y las cocinas?— José Miguel R. Tapia. Madrid.
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