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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Elecciones en Moscú

El resultado obtenido por el opositor Navalni constituye una seria advertencia para Putin

El resultado provisional de las elecciones a la alcaldía de Moscú, ganadas en primera vuelta según las autoridades por el candidato del Kremlin, Serguéi Sobianin, dista de ser la aparente buena noticia para Vladímir Putin que podría suponerse. La razón es que el dirigente opositor Alexéi Navalni, un nacionalista y populista, crítico frontal de la corrupción y los métodos autoritarios de Putin, ha obtenido casi un 30% de los votos, frente al 10% que se le pronosticaba. Navalni considera manipulados los comicios y miles de sus partidarios se manifestaron anoche en la capital rusa para denunciar fraude y exigir una segunda vuelta.

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Los resultados de Moscú (12 millones de habitantes) tienen relevancia, pese a la escasa entidad política del cargo y una participación electoral alarmantemente baja, poco más del 30%. Hace menos de dos meses que Navalni, en un juicio fabricado, fue condenado a cinco años de cárcel en la provincia de Kirov, acusado de robo años antes en una empresa maderera. En una decisión insólita para los usos de la justicia rusa, fue dejado inmediatamente en libertad provisional, pendiente de apelación, para que concurriera a las elecciones. No fue un giro aperturista o un magnánimo gesto del Kremlin hacia el opositor que adquirió protagonismo en las grandes protestas callejeras contra el presidente ruso de finales de 2011, sino más bien un movimiento de Putin para legitimar democráticamente unos comicios en los que se daba por descontada la abrumadora victoria de su amigo y exjefe de Gabinete, alcalde desde 2010. El triunfo de Sobianin, sin embargo, difiere sustancialmente del guion gubernamental, pese a que, como estaba previsto, los candidatos oficialistas hayan ganado la mayoría de los 7.000 puestos regionales y locales a elección.

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Lo ocurrido en Moscú constituye un serio aviso para Putin, antesala quizá de un cambio en su inflexible estrategia autoritaria. El casi 28% obtenido por Navalni —sin acceso a la televisión ni los medios oficiales, haciendo campaña por Internet y a través del boca a boca— afianza su emergencia como principal líder opositor, sobre todo entre las clases medias urbanas. Significa también el inevitable comienzo de una carrera política convencional y a tener en cuenta para quien hasta ahora, pese a su popularidad, se movía en los márgenes del sistema. Y hace mucho más improbable el regreso de Navalni a prisión.

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