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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Apagón en el país del petróleo

El presidente venezolano atribuye a un "golpe eléctrico" de la extrema derecha el enésimo corte de suministro

El País
SOLEDAD CALÉS

Y el país del petróleo se quedó de repente a oscuras. Un problema en la línea suministradora del 65% del territorio causó el martes un apagón que dejó sin fluido eléctrico  a 14 de los 24 Estados de Venezuela, incluida la capital, Caracas, y su área metropolitana. Antes de que ninguna comisión técnica ni experto alguno tuviera tiempo de estudiar y determinar con rigor las causas del apagón, el presidente del país, Nicolás Maduro, lo atribuyó a un sabotaje y se apresuró a culpar a la oposición. Y lo hizo con un lenguaje tan inflamado como el que solía utilizar Hugo Chávez para referirse a sus adversarios: lo ocurrido, dijo, había sido un “golpe eléctrico” de “la extrema derecha”.

El problema de Maduro es que la teoría de la conspiración está ya muy gastada. No solo se suceden los cortes de luz, sino que en poco tiempo las refinerías de Petróleos de Venezuela, la empresa estatal que controla la principal fuente de riqueza del país, ha registrado 24 incidentes graves, que culminaron el día 3 con el gran apagón. Difícilmente puede atribuirse semejante estadística a un contubernio universal si no se admite al mismo tiempo una total falta de control de la seguridad del país en general y de las instalaciones petroleras, en particular.

Pero en Venezuela, las contradicciones de este tipo son frecuentes en un discurso político cuya beligerancia trata de enmascarar en muchas ocasiones problemas de incompetencia o mala gestión. Así ha ocurrido con el desabastecimiento que viene sufriendo el país de harina de pan, pollo, aceite de maíz, azúcar, queso y otros productos básicos, entre ellos, papel higiénico, cuya persistente ausencia de las estanterías de los supermercados dio lugar a la más chusca explicación: que alguien lo estaba acaparando para desgastar al Gobierno.

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Lo cierto es que Venezuela tiene en el petróleo su principal fuente de ingresos, y de la buena gestión de ese recurso depende el bienestar de la población. Una parte de esos ingresos deberían servir al menos para garantizar el suministro eléctrico. Pero Petróleos de Venezuela arrastra una deuda de 40.000 millones de dólares y sus 2,7 millones de barriles diarios de producción están lejos de los cuatro que prometió Chávez. Eso sí que es una gestión apagada.

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