Querido y odiado cuerpo
Con el deseo de que Rosa Montero pueda incorporarse muy pronto a su ritmo cotidiano, quiero agradecerle su acertado artículo del pasado domingo 4 de agosto. Es cierto que cuando lo cotidiano pierde su ritmo habitual es porque algún hecho no previsto ha roto la armonía del fluir diario. Me parece fantástica esta capacidad de encajar un hecho inesperado a una reflexión tan interesante.
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