De la desolación a la solución
Llorar es una cosa; cambiar las cosas, otra. Marc Noy Serrano (artículo publicado el pasado 25 de junio) da en el clavo con su columna, puesto que la crisis que vive hoy día la investigación en España no se debe solo a la falta de medios y a que el Gobierno haya extraviado la brújula. Tiene sus raíces en los presupuestos por los que se rige el mundo académico.
Mito primero: “La objetividad del formulario”. La investigación es por fuerza, y tiene que serlo, juzgada de forma cualitativa. Un contexto académico que no se atreve a cualificar delega su autonomía en burócratas. Mito segundo: “Todo se puede medir”. Conozco desde dentro la manera de proceder de las comisiones de selección universitarias para catedráticos en Alemania y Suiza, como aspirante, como miembro, como presidenta y puedo confirmar por experiencia que la descripción del señor Noy Serrano refleja una realidad que se materializa día a día con pequeñas variantes.
La libertad de acción de las comisiones mixtas formadas por profesores habilitados de la facultad y expertos externos se atienen a dos preceptos: seleccionar al / la mejor, descartar a alumnos de la propia universidad. El “Hausberufungsverbot”, “la prohibición de selección en casa”, es un instrumento de probada eficacia para promover la movilidad, obligar a los estudiantes, doctorandos y posdoctorandos a actuar en redes académicas, para poner en jaque la endogamia. Claro, da mucho trabajo puesto que mientras a oposiciones de alto rango en España se presentan poquísimos, en Alemania y Suiza pueden ser un par de centenares y eso da mucho trabajo. Para la excelencia no basta el dinero, hace falta trabajar, ponderar, discutir y arriesgarse a primar la calidad individual y eso no se puede medir.— Prof. Dr. Cristina Urchueguía, de la Universität Musikwissenschaft.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.