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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Educación y galletas

Cientos de escolares españoles en situación precaria acuden a los comedores sociales o reciben ración extra en la escuela

MARCOS BALFAGÓN

Desde hace meses, los ciudadanos griegos no dan crédito a lo que ven: niños rebuscando en la basura del colegio para comer. “Ni en la peor de mis pesadillas podía haber imaginado que llegaríamos a esto”, se lamentaba hace dos meses Leonidas Nikas, director de una escuela primaria de Atenas.

En Portugal algunas escuelas han detectado el mismo problema de alimentación deficiente y han empezado a repartir bolsas con la cena a los alumnos. En España, donde habitualmente la escuela pública subvenciona la principal comida del día, la situación es ya similar en muchos lugares. La Casa Caridad de Valencia acoge a decenas de chavales los días de fiesta porque sus familias no pueden alimentarles en casa como antes. En Barcelona, el Ayuntamiento planea ofrecer el almuerzo a los escolares durante las vacaciones de verano y en Andalucía esta misma semana se han empezado a repartir bolsas con la merienda y el desayuno para completar la alimentación de los más necesitados.

Por el momento, el plan andaluz es el más ambicioso. No es caro —dos millones al año—, pero sí complicado porque los educadores quieren evitar la estigmatización de las familias ayudadas. Eso obliga a trabajar con discreción para detectar los casos más sangrantes y también para repartir las bolsas que los chavales se llevan a casa después de clase. El menú es sencillo, pero nutritivo. Por ejemplo, un batido, galletas, una pieza de fruta y un bocadillo de pavo cocido. Se están repartiendo las bolsas entre 11.000 colegiales, pero para el curso que viene se pretende llegar a 48.000.

Son muchos los españoles que se preguntan, igual que Nikas, cómo hemos podido llegar a esta situación. El planteamiento de la cuestión, sin embargo, debería ser distinto: ¿cómo demonios lo vamos a evitar tomando las decisiones que se toman? Ahí está Valencia, donde se han retirado becas para comedor y una madre recorre cada día seis kilómetros para llevar a sus hijos a la Casa Caridad. Y ahí está Galicia donde, para el curso próximo, 20.000 escolares se quedan sin comedor gratuito. Rebuscar en la basura no será monopolio griego.

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