Donde habitan los talentos
Los creadores del mañana tienen un presente: el Festival de Moda y Fotografía de Hyères A este pueblito en la Costa Azul peregrinan los popes de la industria -de LVMH a Woolmark- cada primavera en busca de figuras emergentes del diseño
Cuando Charles y Marie-Laure de Noailles levantaron a finales de los años veinte del siglo pasado la villa que hoy lleva su apellido, no podían imaginar que acabaría convertida en un irreductible bastión cultural. El matrimonio ejerció el mecenazgo con artistas surrealistas como Man Ray –a quien abrió las puertas de esta casa para que la convirtiera en escenario de una de sus películas– o Buñuel –financiando la escandalosa La edad de oro–. Hoy, este gozoso capricho cubista permanece casi mudo a lo largo del año. Pero durante tres días, cada primavera, se convierte en uno de los epicentros de la moda mundial. El Festival de Hyères, en sus 28 años de existencia, ha pasado de secreto a voces a lugar obligatorio. Aquí se cuece lo que se avecina. Se barajan nombres para engrosar equipos creativos y sucesores para diseñar en grandes marcas. Se dan a conocer los fotógrafos que después reclaman galerías y revistas. Aquí se abandonan los aires altivos de París en favor de un prolongado pic-nic de fin de semana donde corren las tarjetas de visita y cualquier conversación informal se puede materializar en el trabajo de tu vida.
“El secreto está en que son todos los que están”, explica su fundador, Jean-Pierre Blanc. Con 20 años dejó la carrera de comercio y concentró sus esfuerzos en convertir su pueblo natal en “un lugar de encuentro entre quienes manejan la industria y quienes quieren acceder a ella. Normalmente son unos pocos elegidos, por ser hijos de o estar bien conectados, los que acceden a una entrevista con un alto ejecutivo de moda. En mi loca cabecita quise cambiar eso”. La locura no resultó serlo tanto. Desde que en 1992 Viktor & Rolf ganaran su concurso, su prestigio se fue incrementando hasta lograr que la primera línea de la moda peregrine aquí cada edición para generar sinergias.
Su jurado de moda ha sido presidido por eminencias de la talla de Dries van Noten, Raf Simons o Riccardo Tisci. En su jardín conferencian los popes del asunto (solo en esta edición pasaron Sidney Toledano, director general de Christian Dior Couture; Philippe Pasquet, director ejecutivo de la feria textil Première Vision; Chantal Gaemperle, vicepresidenta de recursos humanos de LVMH, y Ralph Toledano, presidente de moda de Puig, por nombrar unos pocos). “De las 2000 personas que han venido este año (más que nunca), 300 eran periodistas, y el resto, industriales, ejecutivos, agentes, cazatalentos… No hay rellenos, solo viene quien tiene un interés real”, reflexiona Blanc. “Aunque hay gente a la que aún no hemos logrado arrastrar hasta aquí, a pesar de invitarla un año tras otro, como Suzy Menkes o Carine Roitfeld, que presume de adorar a los diseñadores jóvenes”, ironiza. “Este es un sitio del que todo el mundo habla en los círculos de la moda, pero hasta que no estás aquí no entiendes muy bien por qué irradia tanto magnetismo”, reflexiona sentado en un rincón de Villa Noailles Mark Holgate, redactor de Vogue USA, ojito derecho de Anna Wintour y miembro del jurado de este año. El certamen de fotografía no se queda atrás. Su jurado ha contado en los años recientes con gente como Peter Saville, Oliviero Toscani o Katie Grand; prácticamente no hay fotógrafo contemporáneo de moda que no haya colgado aquí sus fotos (de Nick Knight a Steven Meisel, de Javier Vallhonrat a Inez & Vinoodh).
Es tal la concentración de nombres y talentos que resulta interesante constatar cómo cada uno tiene su propia definición de lo que ocurre aquí. Para Didier Grumbach, uno de los principales impulsores del evento a través de la Cámara Sindical de la moda francesa, que preside, “Hyères es el Davos de la moda”. Sidney Toledano proclama: “Aquí puedes encontrar a la próxima lumbrera de la moda, o no. Es como una mina de oro: lo habitual es encontrar pepitas, pero a veces das con un lingote. Para eso necesitas suerte… Y haberte metido en la mina”. “La diferencia está en el ambiente, hay cierta magia en el ambiente”, fantasea Blanc. “¡Y contactos!”, completa el presidente del jurado de este año, Felipe Oliveira Baptista, actualmente al frente de Lacoste. “Yo gané el premio del jurado aquí en 2002 y no recuerdo otro foro donde haya encontrado tanta gente abierta a que colabore con ellos”.
El creciente número de patrocinios evidencia un interés real por pertenecer a la gran familia de Hyères, más allá de la mera figuración. The Woolmark Company se involucró el año pasado. Peter Ackroyd, asesor estratégico global de esta compañía, asegura que “la exposición que obtenemos los sponsors va directamente ligada a la creatividad, no a un producto comercial. En una presencia diferencial y cualitativa, fuera de las consignas del negocio puro y duro, algo extraño de ver en los eventos de la industria de la moda. En nuestro caso ponemos a disposición de los finalistas un libro de tendencias que hemos bautizado como Wool Lab. Es una guía de fuentes de los mejores tejidos de lana y pueden elegir gratuitamente los que quieran para realizar su colección”.
Imran Amed, jurado y creador de la influyente web The Business of Fashion, se lamentaba de que tan solo un diseñador inglés se había presentado este año entre las 300 solicitudes (tampoco había ningún español, comenta), y se preguntaba si el festival no tendría que estrechar más lazos con las escuelas. “No queremos casarnos con nadie”, responde Blanc. “Queremos que sean los estudiantes de diseño los que acudan a nosotros de manera directa con sus proyectos, no que exista un filtro previo de ninguna escuela”. Así, rompen con la hegemonía de la St. Martins, Parsons, FIT, Marangoni o Amberes y sitúan el talento propio en primer plano. Y permiten dibujar nuevos puntos en el mapa, como la escuela Aalto, en Helsinki, de donde salieron las ganadoras de la edición pasada (Laitinen, Raasaka & Sirén) y la de esta (Satu Maaranen).
La ganadora se lleva una cantidad modesta, 15.000 euros, y una colaboración con Petit Bateau. Pero cualquiera de los 10 finalistas obtiene un pasaporte directo a las grandes marcas. Los zapatos balenciaguescos de Marion de Raucourt, por ejemplo, circularon de inmediato por las redes sociales. Camper, otra de las firmas colaboradoras en Hyères, le ofreció rauda una estadía de diez días en sus talleres de Mallorca. Como bien resume Maaranen, “habré ganado, pero estar aquí ya era el premio”.
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