El problema que veo es el futuro
Tengo 50 y más, y me encuentro absorbido en un mundo en el que ni me reconozco ni jamás hubiera imaginado que pudiese llegar. Digo esto porque probablemente si tuviera 20 años menos me rebelaría con todas mis fuerzas por cambiar las cosas, lucharía denodadamente por equilibrar la balanza, combatiría la iniquidad e inmoralidad de los tiempos presentes con todas las herramientas que fuese capaz de reunir, pero… yo que me he cultivado hasta el extremo en el que soy incapaz de matar siquiera una bacteria por cuanto a un ente vivo se refiere, que intento comprender y ayudar a todos si mi posición y recursos lo permiten, que amo a la naturaleza y por ende a la vida por encima de todo, debo reconocer que más que confundido me encuentro anonadado.
No hablaré de las tristes noticias que a diario nos transmiten, no abordaré temas de corrupción ni crímenes horrendos. No, simplemente voy a compartir con ustedes el mundo en el que nos encontramos. Llevo ya varios años en una situación laboral crítica, ya se sabe, pasar de los 50… En los últimos años me he visto obligado a trabajar en empresas de telemarketing vendiendo productos telefónicamente, infumables algunos, la verdad. Pues bien, en ese breve espacio de tiempo, les hablo más o menos de cinco años, he vivido tres ERE, dos de la misma empresa que hoy está montada en el dólar, contratando y despidiendo chavales en periodos de un mes si les llega.
En la última me despiden de la noche a la mañana sin una explicación razonable, haciéndome firmar una liquidación que me sería abonada por transferencia en un par de días y que a día de hoy aún no he cobrado. En el paro me dicen que debo reactivar el subsidio que estaba percibiendo (me restan dos meses de prestación) porque me faltan 33 días para tener derecho a otro nuevo.
En fin, no son molinos, Sancho, son gigantes, y es que tenía razón el ingenioso hidalgo.— Sergio Torres.
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