El ejemplo
No es el ejemplo lo único que deberíamos exigirles a nuestros representantes públicos, pero es lo mínimo a lo que ellos deberían estar obligados. Esta semana visita España el que, en mi opinión, es el único dirigente político actual en el mundo que practica al máximo nivel el ejemplo de honradez, ética, y compromiso social que cualquier ciudadano le reclamaría a los que le representan.
Don José Mujica, presidente de Uruguay, conocido por su gente como Pepe Mujica, vive con su mujer, que también es diputada, en su vieja granja rural de un humilde barrio de Montevideo, sin apenas seguridad y sin servicio doméstico. Donan casi el 90% de su sueldo para viviendas sociales. Su coche oficial es un turismo de baja gama y el particular un viejo Volkswagen. Suele viajar al extranjero en compañías aéreas de bajo coste y asiento turista. Ordenó vender una residencia oficial de veraneo para el presidente.
Ofreció el palacio presidencial a los indigentes como refugio para el crudo invierno, y en el mismo sitio y con las mismas personas además de otros marginados celebró la última cena de Nochebuena. Impone a los cargos de su partido topes salariales iguales al sueldo medio de un obrero de la industria de su país, y la corrupción en los organismos oficiales de Uruguay es prácticamente inexistente.
Sus frases le definen: “Hay que invertir en educación porque un pueblo educado tiene las mejores opciones en la vida y es muy difícil que lo engañen los corruptos y mentirosos”. “El poder no cambia a las personas, solo revela quien verdaderamente somos”.
Yo le preguntaría a los políticos españoles, ¿si Pepe puede, por qué vosotros no?— José Luis Requelme Arnedo.
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