¿Soberanía? ¿Para qué?
Por Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.
En el mundo de la diplomacia internacional, un Gobierno usa la expresión “se trata de un asunto interno” cuando quiere decir “saca tus narices de mi país”. Cuando lo que hay son graves violaciones de derechos humanos, usar este eufemismo es una ferocidad, una burla a la comunidad internacional, y resulta inadmisible. Yo quiero vivir en un mundo en el que los Gobiernos no se atrevan a usar esta expresión ni a esconderse tras su “soberanía nacional” para ocultar los abusos contra las personas. ¿Vamos camino de ello? No parece, por ahora.
Hoy publicamos nuestro Informe 2013 sobre la situación de derechos humanos en el mundo, y queremos alertar de que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más peligroso para refugiados, migrantes y para quienes son desalojados forzosamente de sus hogares. Desorientadas, indefensas, estas personas son expulsadas a los márgenes de la sociedad con una mezcla tóxica de dogmas políticos y de cinismo. Muchas viven en las sombras durante años, no pocas el resto de su vida. ¿Asuntos internos?
En el este de la República Democrática del Congo, el número de refugiados ha crecido en el último año cerca de un 30 por ciento hasta los 2,6 millones. En Mali, cerca de 400.000 personas han tenido que abandonar sus hogares escapando del conflicto armado, en Siria han sido 4 millones. En México, durante los seis años de Calderón en la presidencia, hasta finales de 2012, 150.000 personas fueron desplazadas a causa de la violencia asociada a las drogas. En China, en Haití, en Nigeria, y en otros países miles de personas son desalojadas forzosamente de sus casas y abandonadas a su suerte. Sus vidas quedan devastadas. En España, para vergüenza nuestra, también hay desalojos forzosos.
En el mundo hay unos 15 millones de personas refugiadas, y más de 200 millones de trabajadores migrantes. Más del 10 por ciento son migrantes indocumentados, que corren especial peligro de ser explotados por la indefensión que sufren. Y ante estas cifras, un dato revelador: la Convención Internacional de la ONU sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y sus Familias es uno de los instrumentos menos ratificados del mundo. Ningún Estado receptor de migrantes en Europa occidental lo ha hecho; tampoco Estados con numerosas comunidades migrantes como Estados Unidos, Australia, Canadá, India, Sudáfrica o los Estados del Golfo Pérsico. ¿Mucha casualidad, verdad? ¿No será que los Gobiernos prefieren tener las manos libres para aplicar su desfasada idea de “soberanía”?
Es una ironía que les resulte más difícil cruzar una frontera a los refugiados que a las armas que contribuyen a generar violencia y obligan a las personas a huir de sus hogares. Para las personas hay controles de inmigración, para las armas alfombras rojas.
¿Y en Europa? Aquí el problema de la “soberanía” se invierte... Aquí los Gobiernos utilizan la excusa de que las medidas de austeridad frente a la crisis económica son “responsabilidad de la Unión Europea”, sin asumir sus propias obligaciones sobre el impacto que esas medidas tienen en los derechos de acceso a la salud, la educación o la vivienda. Muchas de estas medidas afectan muy negativamente a las personas inmigrantes, desplazadas o solicitantes de asilo. ¿Estos son también “asuntos internos”?
Y luego está la retórica populista y nacionalista que fomenta los prejuicios. Un ejemplo: la escalada de racismo y xenofobia que se está viviendo en Grecia, con una población inmigrante que sufre discriminación y abusos en el acceso a la educación, la salud y los servicios básicos, y un discurso político que les criminaliza.
Hoy quiero recordar una obviedad, no tan obvia para los Gobiernos y los poderosos: Todos los seres humanos tienen derecho a protección, estén o no en su hogar. Esto significa acabar con los abusos que les obligan a desplazarse, hacer rendir cuentas a los Gobiernos que no les protegen y aumentar el reasentamiento de refugiados en otros países.
El respeto a la soberanía de un Estado no puede ser utilizado como una excusa para la inacción. El Consejo de Seguridad de la ONU debe oponerse constantemente a los abusos que destruyen vidas y obligan a la gente a huir de sus hogares. Eso significa rechazar doctrinas carentes de moral que aseguran que el asesinato en masa, la tortura y el hambre no son asuntos de todos.
Y muy importante: los Estados tienen que ratificar la Convención sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y sus Familias.
Un último apunte sobre España: El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU nos recomienda revisar las reformas puestas en marcha en el contexto de la actual crisis económica y financiera. ¿Para qué? Para garantizar que se mantiene el nivel alcanzado hasta la fecha de protección de los derechos económicos, sociales y culturales. Las medidas de austeridad deben ser temporales, proporcionales y el Estado debe hacer posible que las personas puedan defenderse en los tribunales si consideran que sus derechos de acceso a la salud, a una vivienda adecuada o a la educación son violados, con el mismo nivel de garantía que los derechos civiles y políticos. ¿Se darán por enterados nuestros gobernantes? Para que no haya excusas, nosotros ya se lo hemos reclamado varias veces, y la gente lo hace en la calle y en el Parlamento.
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