Un gran pacto por la educación

Cuando se habla de la futura reforma educativa hay profesores de secundaria que dicen que no están de acuerdo con la Lomce, pero cuando se les pregunta si les parecería bien que hubiera pruebas externas al final de la ESO, porque ello motivaría al alumnado a esforzarse más y porque permitiría asegurar que todos los que acceden al Bachillerato o a la FP están suficientemente preparados, contestan que con eso sí están de acuerdo. Y cuando se les pregunta si estarían de acuerdo con que hubiera dos modalidades de 4º de ESO, una para preparar el acceso a la FP y la otra para preparar el acceso al Bachillerato, contestan que con eso también están de acuerdo. Es evidente que en realidad esos profesores también están de acuerdo con la Lomce, porque esos son los dos principales cambios que introduce dicha ley.

En mi opinión, la explicación de esta paradoja es que después de los recortes de sueldo y del aumento de horas de clase que ha impuesto el Gobierno, es muy difícil admitir que se está de acuerdo con él en los cambios que quiere realizar. Pero debería diferenciarse una cosa de la otra y, en lugar de seguir las consignas, exigir un gran pacto de Estado entre todos los partidos para que estas dos mejoras se mantengan aunque se produzca un cambio de Gobierno. En eso todos saldríamos beneficiados.— Antonio Jimeno. Profesor de instituto, Barcelona.

No se entiende la actitud de la izquierda y de los nacionalismos ante la aprobación por parte del Ejecutivo de la futura Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza.

 El partido socialista, en concreto, ya se ha comprometido a derogar la ley antes incluso de que haya llegado al Congreso de los Diputados y haya por tanto pasado por el filtro del proceder parlamentario. Con esta maniobra la izquierda parece actuar como si fuera poseedora del monopolio de la educación. Y teniendo en cuenta que la juventud española, educada en el modelo socialista (único que se ha implantado en España), tiene unas tasas de abandono escolar y de desempleo alarmantes, los socialistas deberían mostrar algo de autocrítica.

Se antoja fundamental que el Gobierno aborde este problema con apoyos, y lo haga con un planteamiento radicalmente reformista, sin tapar la gravedad de un sistema fracasado y con miras a situar a España en la vanguardia europea.— David Pérez. Madrid.