Privatización

Se reduce el presupuesto de un servicio público, se despide o jubila al personal más capacitado (sueldos más altos). El servicio se deteriora. Una campaña en radio, prensa y televisión resalta su mal funcionamiento. El partido en el Gobierno ensalza las bondades de la privatización que salvará el servicio del caos. Finalmente se privatiza. Un ERE o similar elimina el resto de personal que, conociendo el servicio, puede ser crítico con los nuevos gestores.

Ejemplo, aunque no formal, son las cajas de ahorros que incorporaron en sus consejos a amiguetes, políticos y sindicalistas afines a los partidos en el poder, personajes que firmaron acuerdos del consejo sin saber lo que firmaban por no tener conocimientos bancarios. Los resultados han sido créditos para obras y proyectos faraónicos innecesarios o excesivos que han puesto en bancarrota a las comunidades autónomas, créditos sin respaldo para alimentar la burbuja inmobiliaria que ha dejado a tanta gente en la calle, operaciones financieras fraudulentas que han aflorado, como las preferentes, llevándose por delante a los pequeños ahorradores de este país.

Hoy el Museo del Prado tiene goteras. ¿Es el principio de su privatización? Hasta cuándo los españoles vamos a consentir esto.— Juan Francisco Tribaldos Pérez.