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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Historias de zouglou y exilio: Chris Erin

Ángeles Jurado

Quería autodenominarse Chris Serein, el sereno Chris, cuando entró en Facebook en 2009, pero acabó trasmutándose en Chris Erin, indignándose y bebiendo las hieles del exilio. Se trata de uno de los ciberactivistas marfileños más conocidos, aunque su intención no era ésa al aterrizar en las redes sociales. Como la mayoría de los más de 700.000 de usuarios de Facebook en Costa de Marfil, buscaba pasar el rato con sus amigos y su familia en su trocito de ciberespacio. Le sobrepasó el último tramo de la convulsa historia de su país y, a día de hoy, guarda bolsas de attieké en la nevera que le recuerdan a su paraíso perdido.

"Antes de la crisis post-electoral, leía las noticias sobre Costa de Marfil en los medios franceses, en Radio France International o France24", relata, sentado en un salón donde siempre suena el zouglou y siempre hay hueco para un bol de garba compartido con otros marfileños en itinerancia. "Aparecían muchas mentiras, cosas que no tenían que ver con Costa de Marfil o con su gobierno, así que me impuse el deber de restablecer la verdad, participando en los foros, comentando noticias y siendo activo en las redes sociales. A fuerza de ejercer ese activismo, conocí virtualmente a otros marfileños que hacían lo mismo y acabamos siendo amigos, conociéndonos en la vida real y organizando un equipo. Abel Naki, un activista exiliado en Francia, creó el grupo Facebookers pour Gbagbo. Hicimos voluntariado durante la campaña electoral de Laurent Gbagbo en 2010. Ahí conocí a Claudus Kouadio".

Claudus Kouadio es, prácticamente, su alter ego. También exiliado, acredita el honor de haber sido uno de los primeros blogueros políticos de Costa de Marfil. Apenas tres días separan sus respectivos nacimientos y comparten gustos, formación como informáticos y vocación de activismo.

Chris Erin pasa sus días y especialmente sus noches buscando información, contrastándola, conversando con otros marfileños sobre lo que pasa en su país, recopilando testimonios de violaciones de los derechos humanos, lanzando alertas y ejerciendo como hemeroteca viviente de las sucesivas crisis políticas marfileñas. Forma parte de una red de apoyo a refugiados, exiliados y opositores que permanecen en Costa de Marfil y que se ocupa de atender sus necesidades hasta llegar incluso a facilitar la salida de Costa de Marfil cuando se considera que sus vidas están en peligro.

En otros tiempos mejores, cuando todavía vivía en el barrio abiyanés de Yopougon y ejercía el activismo allí, Chris se coordinaba con sus compañeros de red para recolectar y cruzar informaciones de proximidad que pudieran ayudar a sus compatriotas o amagar con contrarrestar la poderosa influencia de las agencias francesas en el retrato del conflicto marfileño. "No somos militares, no tenemos dinero. Sólo tenemos una conexión a internet. La información es nuestra arma", argumenta. "El gobierno francés utiliza el dinero de sus contribuyentes para, en teoría, salvaguardar la democracia en países como el mío, pero si los franceses supieran lo que su ejército hace en Costa de Marfil se revolverían. No podrían aceptar que se utilizara su nombre como excusa para someternos, ni que hubiera bases francesas en un territorio soberano. Por eso nuestro deber es informarles de lo que pasa en Costa de Marfil".

Chris Erin comenzó el camino del exilio el 16 de abril de 2011. En aquellos tiempos albergaba en casa a un amigo del norte del país, Fofana, y la madre del chico, residente en el barrio de Abobo, les llamó para avisarles de que "tenían que salir de Yopougon porque se preparaba una masacre". El barrio etiquetado como bastión pro-Gbagbo estaba rodeado de milicianos y soldados rebeldes, esperando la salida de jóvenes con apellidos beté, attié, gueré o dida para interceptarles. Todos los estudiantes eran también susceptibles de detención y, en el peor de los casos, candidatos a un tiro o un machetazo. Él ya había recibido amenazas de muerte por facebook.

"Nos salvamos casi de milagro", cuenta. "Nos detuvieron y a mí me preguntaron por el significado de una canción baulé. A Fofana casi lo matan por ser estudiante, aunque fuera del norte, de la zona teóricamente pro-Ouattara. Fuimos testigos de escenas dantescas, vimos cadáveres, soldados rebeldes con miembros de enemigos muertos en las manos. Pasamos por Treichville y más tarde llegué a Bassam, donde me encontré con Claudus. Fuimos testigos del apuñalamiento público de un joven por un soldado de las FRCI, el nuevo ejército marfileño. Sabíamos que todo iba a ir a peor. No había ley. Así que nos dirigimos, como muchos otros, hacia Ghana, por Aboisso, intentando evitar los controles de los nuevos dueños del país. En la frontera nos fundimos con miles de refugiados sin transporte. Cuando la cruzamos, fue increíble: todos empezamos a hablar al mismo tiempo, a llorar, a contar lo que nos había pasado. Me acuerdo de una mujer que vivía en el cuartel de Akouedo, que acogía tanto al ejército regular como a sus familias, y que contó que se despertó bajo el bombardeo francés para encontrarse a sus hijos carbonizados. Llovía y era la noche del 21 de abril cuando llegamos a Ghana. No podíamos dormir. Estábamos traumatizados".

Después de tres días en Ghana, Chris Erin y Claudus Kouadio viajaron a Lomé, la capital togolesa, donde podía acogerles una familia y fueron testigos de lo que jamás pensaron que tuvieran que ver: campos de refugiados marfileños. Piratearon la wifi de una iglesia vecina para seguir informándose e informando y así supieron de la masacre a sangre fría de 60 jóvenes de Yopougon, que en teoría se reunían para deponer las armas ante los jefes rebeldes Gaoussou Bin Laden y Chérif Ousmane, ambos denunciados por Human Rights Watch y Amnistía Internacional y cargos de responsabilidad en el gobierno de Alassane Ouattara. Los combates y las represalias continuaron en su antiguo barrio y la situación del país seguía siendo insostenible, sin comida, con los bancos y las tiendas cerrados y las secuelas mortales de un embargo de medicamentos decretado por la Unión Europea haciendo estragos entre la población civil.

"Recuerdo las noticias del pillaje en Cocody. Llegaban camiones para vaciar las casas. El pago de fianzas a los FRCI para conseguir un poco de seguridad o de rescates para recuperar a familiares secuestrados. Las detenciones, las palizas, los asesinatos. Steve Beko nos llamó desde Ghana para que regresáramos a Accra y allí nos quedamos un año. Desde entonces, Steve, Claudus y yo vamos viajando y reencontrándonos periódicamente por diferentes países africanos, siempre en contacto por internet, trabajando juntos. Mientras, los FRCI han seguido matando a gente por todo el país y se ha instaurado una represión política. Los jefes de guerra de Ouattara, que han cometido abusos contra los derechos humanos desde 2002, han sido promovidos en su gobierno: Chérif Ousmane ejerce actualmente de responsable de la seguridad presidencial y Gaoussou, de prefecto de una región, por ejemplo".

Chris Erin concluye diciendo que es necesario obligar a Alassane Ouattara a respetar los derechos humanos y que para eso es vital la complicidad de los países que le ayudaron a llegar al poder. "No queremos que nos den la razón, si no que se informen y comprendan lo que nos pasa, en nombre de la solidaridad. África no puede evolucionar sin estado de derecho ni democracia".

"Hay que ser conscientes de que, si la mitad de la población marfileña votó a Gbagbo y considera que está encarcelado injustamente y si además no puede expresarse y vive esta situación de represión, si no se respeta la vida, hay posibilidades de que esa gente busque otros cauces para expresarse, como la revolución, la guerra. Hay extremistas en todas partes, gente que ya no tiene nada que perder. Ouattara quiere forzar el destino desde el año 2000 y ahora no cumple sus promesas. No hay justicia, el coste de la vida es muy caro, la inseguridad en el país es muy grande. Los marfileños no queremos la paz de los vencedores, queremos justicia y paz de verdad. Los exiliados queremos volver a nuestro país de manera segura y todavía hay mucha gente desplazada que no puede volver a su casa, que lo ha perdido todo", recalca.

Más sobre la situación actual en Costa de Marfil:

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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