Cómo convertirse en ciberactivista en África
Viajemos con la imaginación a Riviera 3, uno de los barrios pijos de Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil. Transcurre la jornada del 17 de abril de 2011, casi una semana después de la caída del presidente Laurent Gbagbo en manos de las fuerzas especiales francesas y las tropas rebeldes alzadas en 2002 contra él, que ahora combaten abiertamente bajo la égida del nuevo presidente, Alassane Dramane Ouattara, al lado de las tropas francesas y los cascos azules.
Fabrice Lago (Abiyán, 1982), su primo, su tío y dos amigos reciben una visita inesperada: un grupo de rebeldes, reconvertidos en el ejército oficial marfileño, golpea su puerta buscando material informático, móviles y cualquier otro objeto de valor que robar. Ante su oposición a dejarse saquear, uno de los intrusos muestra un kalashnikov que dice haber encontrado en la casa y les amenaza con su arma para que se fotografíen con él. Las cosas se tuercen y acaban siendo interrogados, en calidad de milicianos pro-Gbagbo, en el Comando de Abobo, otro barrio de la ciudad, popular y mayoritariamente pro-Ouattara.
Por el camino desde la captura a la liberación, afortunadamente, temprana el miedo se hace insorteable ante escenas de destrucción, pillaje, torturas y combates que se sienten todavía en Yopougon, el barrio popular reputado como bastión de Gbagbo, donde muchos jóvenes luchan por su vida y comienzas las represalias.
Ésta es una de las primeras escenas del libro que Fabrice acaba de publicar con L'Harmattan, un texto en el que explica su experiencia como exiliado tras la última crisis política de Costa de Marfil y, de paso, cómo se ha convertido en Steve Beko, uno de los ciberactivistas más conocidos de las redes sociales marfileñas. Steve abandonó Abiyán el 27 de abril de 2011 y puso rumbo a Ghana, como miles de compatriotas que huían del caos. Partidario de Laurent Gbagbo y miembro de la Federación Estudiantil y Escolar de Costa de Marfil (FESCI), en la que también habían militado Charles Ble Goudé o Guillaume Soro, pudo entreverle la cara a la muerte en la primavera más sangrienta de su país.
Steve Beko, ciberactivista
"La historia de Steve Beko se remonta a febrero de 2011", explica en las páginas de Côte d'Ivoire Comment je suis devenu cyberactiviste. "Desde que aparecieron los signos precursores de la crisis post-electoral, comprendo que la comunicación será nuestro principal aliado. Fue el talón de Aquiles del régimen de Gbagbo desde 2002. Si a nivel nacional, la popularidad del régimen no tenía igual, a nivel international, por contra, habíamos perdido la batalla de la opinion de tal manera que los grupos de presión de la izquierda nos volvían la espalda para retomar el discurso del clan de Alassane Ouattara".
Gbagbo tenía el defecto, asegura, de creer en una concepción anticuada de la comunicación política. "Para él, bastaba con hacer bien las cosas para que, un día u otro, todo el mundo lo reconociera. El mundo ya no es así: hace falta no solamente hacerlo bien sino también explicar y justificar lo que se hace", continúa. Así nació Action Concrète Communication (ACC), una plataforma de movilización e información que reunía a Steve con otros internautas pro-Gbagbo como Prisca Stani, Speey Ivoire, Fière d'Etre Ivoirienne o Alexis Gnagno en torno a un plan de comunicación que incluía artículos para la prensa nacional e internacional, campañas en Twitter, montajes de vídeo, blogs y facebook.
Además de informar y aportar sus puntos de vista en diferentes foros, comentar las noticias y popularizar hashtags como #FreeGbagbo, ACC participa en la organización de la movilización de la diáspora en torno a acciones de protesta cuando representantes del régimen Ouattara visitan países occidentales o marchas en La Haya, alrededor del Tribunal Penal Internacional donde permanece Gbagbo.
Steve Beko vive enganchado a su ordenador, del que no se desprende en todo el día. Presente en facebook, twitter, youtube y su blog, intenta pasar un mensaje clave: "Sarkozy ha bombardeado mi país para situar un poder dictatorial en el gobierno, que ha instaurado el pensamiento único y que ha metido en prisión a muchos opositores", explica, casi sin dejar de mirar la pantalla de su portátil, donde conversa, comenta y busca información continuamente. "En este momento, hay más de 2.000 opositores encerrados en prisión simplemente por su posición política. Queremos denunciar el silencio cómplice de países teóricamente democráticos. Los marfileños tenemos la impresión de estar solos en este combate, abandonados por los países que nos enseñaron la democracia, pero que una vez que se instaló a Ouattara en el poder, ya no se preocupan por lo que pasa".
"Yo no puedo volver a mi país porque me van a detener y van a enviarme a prisión, ya que no comparto la opinión política del poder", continúa. "Hace pocos días, en Aboisso, una localidad a apenas 60 kilómetros de Abiyán, dos jóvenes del Frente Popular Marfileño (FPI, partido de Laurent Gbagbo), Kone Moussa y Kpele Serges, fueron detenidos por decir que Outtara no ganó las elecciones de 2010. El FPI es un partido legal, no está proscrito en Costa de Marfil, pero no puede convocar reuniones. Las autoridades les autorizan, pero luego envían a la policía para dispersarles. En el primer mitin del PFI tras el ascenso al poder de Ouattara, en Yopougon, hubo dos muertos y todavía no hay un resultado de la investigación. El pretexto para encerrarte cuando expresas una opinión diferente es que quieres hacer un golpe de Estado y que eres un miliciano. No hay libertad de expresión. Primero te torturan en la Dirección de Vigilancia del Territorio y después te llevan a la MACA u otro centro de detención del país. Michel Gbagbo, doctor en sicología y profesor universitario, hijo de Laurent Gbagbo, lleva encerrado dos años en Bouna, sin juicio, simplemente por ser hijo de Gbagbo. Como él, hay civiles, políticos y militares a los que apresaron con Gbagbo y que no han recuperado su libertad, aunque no hayan participado en política ni tengan nada que ver con los crímenes de los que se le acusa. Todos los días hay muertos en el oeste de mi país o detenciones ilegales y arbitrarias en sitios como Yopougon".
Steve Beko, como otros activistas marfileños, se queja de que no existe una justicia real, de que circula en un solo sentido. Amnistía Internacional o HRW respaldan estas acusaciones con un extenso listado de crímenes cometidos por las fuerzas de Ouattara en todo el país, entre los que destacan los cometidos en el oeste, como la masacre de Duekoue en marzo de 2011 o en el campo de refugiados de la ONU en Nahibly, en julio de 2012.
"Nadie habla de todos los jóvenes, en su mayoría estudiantes, que dejaron sus casas para formar un escudo humano entorno al palacio presidencial y que murieron durante los bombardeos del ejército francés en 2011", apunta este doctorando, que trabajaba en su tesis sobre el autor de Yo acuso, el escritor francés Emile Zola, cuando tuvo que exiliarse en Ghana.
"Yo mismo estuve allí. El gobierno de Ouattara se trufa con criminales de guerra como Guillaume Soro, que es presidente de la Asamblea Nacional, o Kone Zakaria o Wattao, rebeldes rasos promovidos dentro del ejército marfileño y que viven en la impunidad. Las ONG que trabajan en pro de los derechos del hombre denuncian que el TPI ha lanzado sus acusaciones contra 150 personalidades afines a Gbagbo y ninguna de Ouattara. Todavía hay unos 100.000 refugiados marfileños en Togo, Liberia, Ghana o Benín. Por no hablar de los que están en Europa o en otros países africanos".
Steve Beko no se queja de haber perdido su vida en la vorágine de los últimos acontecimientos, ni de que otros jóvenes marfileños como él den tumbos por las cuatro esquinas del mundo lejos de su familia y de todo lo que conocen. Sabe que regresará un día a las calles de Abiyán y por eso, vuelve a su teclado itinerante, como él mismo, a continuar su combate en el ciberespacio.
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