‘Sobre lo insoportable’
Termina Félix de Azúa su artículo de ayer martes calificándolo de “exagerado”; no seré yo quien le contradiga, pero sí querría hacer algunas objeciones. La primera es teórica: recuerda el articulista que en un acto público me definí como “anticapitalista radical”, para luego aclarar que me refería al capitalismo especulativo. Para el señor De Azúa esta aclaración es desconcertante porque, en su opinión, no hay otro capitalismo que el especulativo. No haré aquí una defensa del sistema capitalista, pero sí me parece evidente que hay una enorme distancia entre el capitalismo de casino, del beneficio a corto plazo que no crea riqueza, y el capitalismo productivo, sometido a reglas, con el que la socialdemocracia ha convivido desde hace décadas. De manera que sí: estoy radicalmente en contra del capitalismo especulativo que, entre otras cosas, es el principal causante de la actual crisis económica.
La segunda objeción se refiere a mi propuesta de suprimir los billetes de 500 euros. Comienza el señor De Azúa declarando su desconocimiento de la fórmula que se utilizaría para concretar esa supresión. Bien, el procedimiento es relativamente sencillo, y los europeos lo vivimos con la llegada del euro: se decreta una fecha límite, y quienes tengan esos billetes deben cambiarlos en los bancos si no quieren guardarlos como recuerdo. Precisamente, y esa es una de las razones de mi propuesta, así afloraría dinero negro, dinero oculto a los ojos de Hacienda.
Para el señor De Azúa la idea es una “chifladura”, aunque gente muy diversa la considera digna de tener en cuenta. Así dijo hace poco el vicepresidente del Banco Central Europeo, y eso mismo piensan los Gobiernos británico y francés, el Parlamento Europeo o los técnicos de Hacienda, que saben por experiencia que este billete es un magnífico instrumento para el fraude fiscal. Al escribir estas líneas me entero de que el propio ministro de Economía, el señor Guindos, ha dicho que la propuesta le parece “razonable”. Otro dato: el billete de 500 euros es el papel moneda de más valor entre las divisas importantes del mundo, después de que EE UU y Canadá suprimieran sus grandes billetes ante la constatación de que se utilizaban masivamente para actividades delictivas. Así pues, la iniciativa puede ser discutible, de hecho está en discusión en muchos lugares, pero nada tiene de extravagante.
En el fondo, las dos declaraciones que el señor De Azúa me reprocha surgen del rechazo que me producen los tramposos, los aprovechados, los que se hacen ricos a costa del sufrimiento de los demás. Los mismos que han llevado al mundo al borde del abismo gracias a la desregulación feroz que practicaron Gobiernos conservadores.— Alfredo Pérez Rubalcaba
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