_
_
_
_
África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Autor, pescador y clandestino

<span >Patrick Ejosa Lambal en el patio de su casa en la localidad casamancesa de Oussouye (Sur de Senegal).</span>
Patrick Ejosa Lambal en el patio de su casa en la localidad casamancesa de Oussouye (Sur de Senegal).

Autor invitado: Carlos Bajo Erro (*)

“Estoy orgulloso de haber sido clandestino, nadie me ha convencido. Yo he decidido asumir este riesgo”. Patrick Ejosa Lambal, pescador, clandestino y co-autor del libro El pescador que volia anar al país dels blancs.

Cuando escuchamos la expresión lobo de mar, inconscientemente, pensamos en un viejo con una poblada barba blanca y más bien entrado en kilos, una especie de Papa Noel con pipa y jersey de lana y de cuello alto. Patrick Ejosa Lambal es precisamente todo lo contrario. Treinta y cinco años, delgado y musculoso, pero se ha pasado media vida navegando en piragua. Ha hecho tres viajes como clandestino para llegar a las Islas Canarias. Uno de ellos se torció y la precaria embarcación tuvo que regresar a las costas africanas sin conseguir su objetivo. En los otros dos, llegó a pisar la tierra de las “islas afortunadas”, pero terminó siendo deportado. No sólo se merece el calificativo de lobo de mar, sino también el de valiente. Él, sin embargo, con toda naturalidad, sólo se define como pescador y, con toda dignidad, como clandestino. Ahora, Patrick ha publicado un libro junto a Jordi Tomàs, El pescador que volia anar al país dels blancs (El pescador que quería ir al país de los blancos), un libro que explica cómo son los viajes en piragua y cómo es ser clandestino, en primera persona y con orgullo, sin miedo a hablar, sin voluntad de esconder nada. Jordi Tomàs ha presentado el libro en Cataluña, Patrick, sin embargo, sólo puede hablar desde el patio de su casa en Oussouye, una localidad situada en la región de la Casamance, al sur de Senegal.

Perfil: Una conversación con Patrick es una auténtica lección de vida, de aquellas que difícilmente podemos ofrecer en la acomodada sociedad europea. En su tono de voz, en su mirada, este hombre, que se define con modestia como “un pescador”, tiene la serenidad del mar y la profundidad del que ha aprendido de los naufragios, de muchos naufragios, a veces en el mar y, a veces, en tierra firme. Como si fuese el Roy Batty de Blade Runner, Patrick ha visto cosas que vosotros no creeríais y las explica con naturalidad, sin superioridad. No juzga a los que se embarcan en las piraguas, ni a los que lo hacen, ni a los que regresan sólo para mostrar sus “riquezas”, ni a los que se olvidan de la familia cuando toca compartir, ni a los menosprecian a los clandestinos… No juzga, porque tiene muy claro que “cada uno tiene que hacer su elección”. Patrick sólo explica lo que ha visto y lo que conoce, porque a pesar de ser todavía un joven se comporta como un sabio que no da lecciones, sólo habla para que cada uno aprenda lo que considere oportuno. Es imposible no estremecerse cuando Patrick dice que está orgulloso de haber sido clandestino y es imposible que su naturalidad y su fuerza no te atrapen y te lleven a pedirle que continúe contando, que continúe hablando. En seguida, como harías con un sabio, sólo quieres que te explique todo lo que sabe.

Dices que eres pescador, ¿cuándo comenzó tu relación con la pesca? En 1993 comencé a pescar en el mar con las grandes piraguas. Sin embargo, desde muy pequeño, desde que era un niño, iba a pescar con mi padre a los manglares que hay cerca de mi pueblo. Mi padre tenía redes e íbamos juntos a pescar de manera artesanal, sólo buscando algo de comida.

Pero la pesca en alta mar es otra cosa… Sí. He hecho muchos viajes en las grandes piraguas. He viajado a Marruecos (se refiere al Sahara Occidental), a Mauritania, a Guinea Bissau, a Guinea Conakry y he llegado hasta la frontera entre Sierra Leona y Liberia. En una campaña en el extranjero podíamos estar seis meses fuera de casa.

Y un día cambiaste la piragua de pesca por la piragua para ir a España. En realidad desde el primer día iba escuchando hablar de eso. En la primera campaña larga que hice en Mauritania en 1994 ya me di cuenta de que algunos de mis compañeros estaban cotizando para intentar hacer el viaje a España con el dinero del sueldo. Tres de ellos habían ido juntando dinero para buscar una piragua pequeña, cogían a otras dos personas que pagaban un pasaje y se iban los cinco.

Todo el mundo hablaba y tú te animaste… Al principio no. Mi padre estaba en la cárcel por la situación de conflicto que tenemos en Casamance i consideraba que no era el momento adecuado para marcharse. No me decidí a hacerlo hasta 1999.

Y a pesar de la mala experiencia, ¿seguiste queriendo intentarlo? En total he hecho tres viajes y en dos de ellos conseguimos llegar a las Islas Canarias. Pero las dos veces no pasamos demasiado tiempo allí, porque coincidió con los momentos en los que el gobierno senegalés iba a repatriar gente para conseguir dinero con el reforzar al Estado. Había muchos problemas e intentaban conseguir dinero de cualquier manera.

¿Quieres decir que el Estado senegalés se enriquecía aceptando repatriar a los senegaleses? La Unión Europea daba al Estado senegalés 1.000 euros por cada clandestino repatriado. Pero ellos no nos daban ese dinero porque no se fiaban de que lo utilizásemos para pagar el pasaje de otro viaje. Pero la gente, como yo, quería ir a España para buscar algo que garantizase un futuro mejor, quizá con los 1.000 euros nos habríamos desenvuelto.

¿No puedes hablar del viaje? ¿Cuánto tiempo necesitas para llegar a las Islas Canarias? Esta es una pregunta complicada porque depende de muchas cosas, estamos hablando del mar… Con todo a tu favor, si tienes buen tiempo, si no has tenido que desviarte demasiado, en las mejores condiciones, puedes tardar ocho o nueve días. Pero…

Jordi Tomàs y Patrick Lambal, coautores de El pescador que volia anar al país dels blancs, con una piragua tallada en madera por Lambal.

Quince días en una piragua. Eso debe de ser muy exigente, ¿no? Lo más importante es el control. Tienes que tener mucho control de tu cuerpo. Yo he llegado a pasarme los once días de navegación sin dormir. Los once días. Después cuando llegaba a las Canarias podía pasar cinco días durmiendo, levantándome de la cama sólo para comer. Con la comida pasa lo mismo. Sabes que hay días que no podrás comer arroz. Cogemos leche en polvo con un poco, sólo un poco, de agua para diluirla. Después cogemos unas galletas y lo mezclamos para hacer una pasta. Esta es la comida algunos días.

Y, ¿qué pasa con el espacio? La piragua es un espacio pequeño… No. Directamente, en la piragua no hay sitio (sonríe). Pero tienes que buscar el espacio y, luego, a medida que avanza el viaje cada vez hay más sitio, por las provisiones que se consumen, por los bidones de agua y de combustible que se van gastando.

¿La situación de los viajes en piragua ha cambiado en los últimos años? No demasiado. A finales de octubre dos colegas vinieron a buscarme para proponerme participar en un viaje. Yo hago el trabajo de “GPSman”, es decir, soy uno de los que manejan el GPS. Es un trabajo delicado porque de eso puede depender que la embarcación sea localizada o no. No es fácil. Son los pescadores los que tienen los secretos del viaje de los clandestinos y, últimamente, son los comerciantes los que se encargan de ellos, pero ellos no conocen los secretos del mar, por eso pagan a los pescadores para hacer el viaje.

¿Cuál es el motivo para asumir este riesgo, para pasar por todas estas penurias? En África la vida puede ser fácil, pero también puede ser muy difícil. Si tus padres tienes bienes, no hay problemas. Pero, por ejemplo, en mi caso, mis padres no tienen bienes y yo los tengo que buscar. Además todo el mundo ve a los que regresan de Europa. Llegan aquí, tienen dinero, tienen bienes, están bien. Pienso en eso y me digo que tengo que buscar algo para mi familia y mi padre antes de que se vaya. Estoy obligado a hacer todo lo que esté en mi mano para irme como clandestino y ganar un poco de dinero.

¿Quieres decir que si vieses futuro aquí, no te irías? Ahora mismo, intento hacer todo lo que puedo para construirme un futuro aquí. Si puedo ganarme la vida aquí, no me voy. La vida que tengo aquí, no la podré tener en Europa. Si estuviese en Europa y tuviese un buen trabajo, si consiguiese ganar un poco de dinero y pudiese invertirlo aquí, me quedaría, dejaría mi sitio allí a otro. Siempre, cuando he hecho planes para ir a Europa, ha sido para conseguir dinero y montar alguna cosa aquí. La vida que vives en África, sobre todo aquí, no la puedes vivir en Europa (Patrick señala los cacahuetes que se está comiendo como prueba de calidad de vida). En vuestra casa no podéis vivir así.

Pero, ¿tú crees que todos piensan como tú? Cada uno tiene sus ideas. Creo que la mayoría de los que viven aquí y quieren marcharse, tienen en la cabeza la idea de encontrar algo para poder volver a vivir mejor aquí. Aunque también conozco gente que quisiera quedarse allí. Personalmente, aquí está mi padre que es viejo y tiene necesidades. Prefiere que haga cualquier cosa aquí a que me arriesgue a morir en el viaje. El que viva será el ganador, si mueres eres tu el que pierdes y por eso ahora vivo con lo esencial.

No es fácil hacer el ejercicio que has hecho. ¿Por qué has decidido explicar tu historia y escribir este libro con Jordi Tomàs? ¿Cómo podría decirlo? El tiempo pasa, pero los recuerdos quedan. Puedes guardar los recuerdos, pero no puedes guardar el tiempo. Conozco a Jordi desde hace mucho tiempo. Ha habido otra gente que ha venido a entrevistarse conmigo y que me ha pedido que le contase mi historia, pero no he aceptado. Pero cuando él me pidió que le contase mi experiencia, le dije: “No hay problema”. Puedo explicarlo, se puede escribir en un libro que se publique en todo el mundo, sin problemas. Porque lo que explico es seguro, es la vida que he vivido, es un asunto con el que me he encontrado. Si me llamasen ante la justicia podría declarar que estoy explicando lo que he visto, lo que he vivido. No he matado a nadie, sólo busco ganarme la vida. Hay gente que vende armas, hay gente que vende drogas, que hace cualquier cosa, pero yo no he hecho nada de todo eso. Hay cosas que he visto y que quedan entre Dios y yo.

Cubierta del libro firmado por Lambal junto a Jordi Tomàs

Pero, incluso los que se embarcan en las piraguas, ¿saben lo que ocurrirá durante el viaje? No, de ninguna manera. Y esa es una de las causas que provocan muertos. Se embarcan en un viaje que no conocen, se enfrentan a cosas que no han visto nunca.

¿Estás orgulloso de lo que has hecho? Estoy orgulloso de haber sido clandestino, no me han convencido, nadie ha venido a convencerme. Yo he decidido asumir este riesgo, nadie ha venido para convencerme de ir a España. Yo mismo he tenido esta idea y yo mismo he tomado esta decisión. No es fácil asumir este riesgo, hay gente que comienza el viaje y veinticuatro horas después se pregunta “¿por qué he entrado en esta piragua?”. Yo pienso que todo el mundo va a morir, puedes ir caminando tranquilamente, te caes y te mueres; entonces, ¿por qué no morir en el mar?

¿Intentarías volver a ir a España? Ahora estoy intentando ganarme la vida aquí. Trabajo la madera para hacer utensilios, crío conejos, tengo muchas ideas. Si esto funciona, me quedaré. Si no funciona… esta vez no iré a España. Iré a Sudáfrica. Pero, de momento, quiero quedarme aquí, estoy orgulloso de ser de Oussouye y quiero vivir aquí. La vida es complicada, pero es tranquila. Aquí hay vida, pero no tenemos los medios para explotar los recursos. El viaje es una elección. Cada uno tiene que hacer su elección.

Y la tuya es… Habría podido elegir otro camino, pero yo no hago la guerra, me busco la vida en paz. Si Dios quiere, me ayudará, si no… Dicen que por cada dos ganadores hay un perdedor, puede ser que yo sea el perdedor (Patrick sonríe), espero que no, hago todo lo que puedo para ganarme la vida.

Carlos Bajo Erro (Pamplona, 1978) Licenciado en Periodismo y Máster en Culturas y Desarrollo en África. Ha escrito para diversos periódicos, semanarios y revistas impresos y digitales. Es miembro del Centre d’Estudis Africans i Interculturals (CEA) y de Wiriko - Artes y culturas africanas. Se dedica a la comunicación para ONG y a la investigación sobre temas de comunicación en África. Ha publicado dos libros: De la provincia 53 a la segunda gran traición y (junto a Antoni Castel) Redes sociales para el cambio en África. También forma parte del equipo de un documental que se ha rodado en Oussouye

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_