La fuerza de la opinión pública

Estamos asistiendo a la exposición de propuestas para solucionar el caso de las preferentes. Los poseedores, unas cuantas decenas de miles de personas, han logrado que sus acciones se compensen con otras que se negocien en el mercado de valores, lo que supondrá en todos los casos una pérdida parcial de su valor. Al parecer esta merma parcial no satisface a los propietarios, que continuarán con sus movilizaciones. Nunca es políticamente correcto hablar contra la opinión pública, que se ha posicionado claramente a favor de estas movilizaciones, pero alguien debe dar a la situación el enfoque que considero más objetivo.

El señor Rato, entre otros, nos dio grandes discursos sobre la transformación de las cajas en bancos, y especialmente de Bankia, mientras se hacía fotos sonriendo con otros socios; le creímos cuando nos hablaba de futuro y de dividendos mientras tapaba la cruda realidad de las cuentas, que por lo visto no pudo descubrir el Banco de España o los auditores. Parte de los que creímos en él, unos 400.000, compramos acciones del banco y perdimos el 99% de lo invertido. Otros especularon con unos intereses fuera del mercado y unos por usura y otros engañados por la información distorsionada, compraron preferentes, que ahora perderán entre el 40% y 70% de su valor. La diferencia de trato es la diferencia de la opinión pública hacia unos compradores y hacia otros. Si todo hubiese salido bien y estuviesen cobrando fantásticos intereses, no los repartirían con el Estado que ahora, con la banca nacionalizada, debe abonar el importe acordado.

Al resto nada, pero lo grave es que los que nos engañaron, nos engañaron a todos, incluso a los organismos oficiales. Se cobraron grandes indemnizaciones y viven tan felices sin que se les pida responsabilidades por habernos llevado a perder nuestra inversión al creernos sus mentiras. ¿Alguien puede pensar que obraban de buena fe y no sabían la situación real que trataron de ocultar?— Raúl Saavedra López.