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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alegatos ultras en el juzgado

Un abogado franquista convierte el juicio contra unos cabezas rapadas en un alegato nazi

MARCOS BALFAGÓN

Si las casualidades no existen, ha sido entonces la fuerza del destino la que ha querido cerrar diabólicas alianzas en la Audiencia Provincial de Madrid. No se puede entender de otro modo que cuatro cabezas rapadas que propinaron una brutal paliza a un indigente que dormía en un cajero automático dieran, por mero reparto entre los abogados de oficio, con un defensor que se identificara tanto con la ideología neonazi de los acusados, aunque en este caso sea absurdo tildar de nuevo fascista a un letrado llamado Ángel Pelluz que ya ha cumplido los 90 años y que defiende la dictadura franquista, su Ley de Vagos y Maleantes y, por supuesto, considera una provocación que un pobre dormite en la calle sucio, descalzo y sin dinero.

El provocador en este luctuoso suceso se llama Rafael Santamaría. Desde que los cuatro neonazis le propinaron la salvaje paliza una noche de agosto de 2009, el hombre sufre lesiones neurológicas irreversibles que le impiden realizar por sí mismo actividades de cierta complejidad.

Ángel Pelluz aprovechó su situación y su experiencia en lidiar con la justicia (no solo como abogado; también como acusado), para convertir la apertura del juicio oral en la Audiencia contra los cabezas rapadas en un alegato ultra que dejó perplejos a los asistentes. Los indigentes, según Pelluz, no son “personas humanas”, sino “parásitos de lo decente” y “cánceres de la sociedad que deberían ser extirpados”. Por mucho menos hay jueces que expulsan de la sala a los letrados, pero aquí nadie puso coto al abogado que, más que defender, seguramente hundió a sus representados.

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Cuesta creer que el Colegio de Abogados de Madrid no tuviera noticia de esta joya de la profesión que lleva 61 años ejerciendo y cuyas convicciones no parecen ni recién adquiridas ni de nuevo cuño. Pero dado que el caso ha sido publicado en la prensa, el colegio dijo ayer —más vale tarde— con cierta desfachatez que “actuará de oficio” contra el letrado.

Estima el colegio que sus manifestaciones “atentan gravemente contra la dignidad de las personas y de la abogacía”.

Tiene toda la razón.

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