Telediario
Es fascinante comprobar que los gestos de algunos políticos son exactamente iguales a los de los babuinos y macacos.
Gorilas, orangutanes, chimpancés, babuinos y macacos son los protagonistas de muchos documentales de la vida animal que emite la segunda cadena de televisión. De un tiempo a esta parte he caído en un vicio inconfesable: pongo a Mozart mientras contemplo durante horas en la pantalla las pasiones de estos seres que son nuestros primos hermanos. Todos sus movimientos en las ramas de los árboles cobran sentido si se atemperan a los movimientos de la música. Al compás de la melodía los monos gesticulan, muestran sus enormes encías, se cabrean, gritan, se atacan, juegan, descansan. Al final todos acatan el orden constituido impuesto por el macho dominante. A continuación la cadena emite un documental de depredadores en la sabana. Mozart sigue sonando. Las fusas y semifusas de la sinfonía huyen y se persiguen entre ellas en el pentagrama con los mismos quiebros como lo hacen el antílope y el guepardo hasta que la garra del felino alcanza el cuello del venado, que es el acorde definitivo. Comienza el festín. El guepardo tiene derecho a los bocados más blandos, más sabrosos, pero debe darse prisa porque en seguida llegarán otros comensales a disputarle la presa. Alrededor de la carnicería se establece un turno riguroso, desde las hienas a los buitres. Sobre los despojos de la víctima fluyen los violines de Mozart, saltan las notas del piano. En ese momento pueden ser las tres de la tarde o las nueve de la noche. En la primera cadena empieza el telediario. En la pantalla aparece un hemiciclo muy parecido a un claro de la selva en cuyo ramaje ahora gesticulan, se cabrean, gritan y se muerden otros seres no muy distintos a los que he visto antes. En mi retina persisten las imágenes de la vida animal. Es fascinante comprobar que los gestos de algunos políticos son exactamente iguales a los de los babuinos y macacos. El telediario abandona el Congreso de los Diputados y transmite una secuencia de guerra donde aparecen tigres, hienas y buitres humanos despedazando los cuerpos de sus presas. Son las mismas fieras de la sabana, las mismas víctimas. Me refugio de nuevo en la segunda cadena, que emite ahora un documental sobre los dinosaurios. Tampoco me sorprende. En el telediario acabo de oír una opinión emitida por uno de ellos, que llevaba corbata.
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