Divisas beligerantes
El encarecimiento del euro limita la exportación, frena el crecimiento y retrasa la recuperación
La respuesta desigual de las políticas económicas, en particular las monetarias, en la gestión de la crisis está generando, entre otras consecuencias, ventajas competitivas de algunas economías a costa de otras. La distorsión más evidente, aunque no la única, es la alteración de los tipos de cambio de las monedas de referencia. El aumento de la cantidad de dinero o su excesivo abaratamiento mediante reducciones de los tipos de interés no solo favorece la expansión de la demanda en las economías correspondientes, sino que desplaza los flujos financieros hacia aquellas otras divisas con mayores remuneraciones, depreciando en ambos casos el tipo de cambio de quien practica esas políticas.
La orientación manifiestamente laxa de la política monetaria en EE UU y más recientemente en Japón ha propiciado la depreciación de su moneda respecto al resto de divisas, en especial de aquellas monedas cuyas autoridades se han manifestado más cautelosas en la neutralización de la recesión. Es el caso del BCE, tolerante con el encarecimiento del euro y, por tanto, añadiendo más dificultades a las empresas europeas para ser suficientemente competitivas en un entorno global de bajo crecimiento de la demanda. También sufren las consecuencias de esas depreciaciones del tipo de cambio algunas economías emergentes que tratan de conducir sus políticas económicas de forma rigurosa.
En la reunión del G-20 que acaba de clausurarse en Moscú se ha advertido sobre las consecuencias de la práctica de esas “devaluaciones competitivas”, pero no se ha adoptado acuerdo vinculante alguno. Tampoco fue relevante al respecto la reunión que mantuvieron los responsables del G-7 el martes. Comprometerse a no practicar devaluaciones competitivas sin un estrecho escrutinio de las eventuales asimetrías de las políticas monetarias no resuelve la cuestión. Es necesario que en la eurozona se abandonen las políticas contrarias al estímulo de la demanda. Encarecen el euro, restringen las exportaciones fuera del área y retardan la recuperación del crecimiento económico y del empleo. Un tipo de cambio apreciado frente a las principales divisas es una forma adicional de restar posibilidades de abandonar la recesión europea. El BCE debería al menos manejar esta variable en sus razonamientos, aunque formalmente no se encuentre entre sus obligaciones.
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