La eficacia energética de la tradición
Josep Bunyesc ha escrito su tesis a partir de las conclusiones obtenidas al experimentar con su propia obra y también después de comprobar el funcionamiento de lo que había construido. Este arquitecto catalán ha vivido y trabajado en el Pirineo oriental y en los Alpes suizos. Y lo primero que hizo fue investigar cómo había vivido allí la gente durante años.
Esa indagación le permitió aprender soluciones sencillas para problemas complejos, soluciones que, además, empleaban los medios al alcance: un clásico en la arquitectura popular que la arquitectura moderna y los procesos industriales han ido progresivamente cuestionando y que ahora la crisis económica aconseja retomar.
Bunyesc defiende la eficacia de la tradición. Y esa idea aparece ahora como una de las mejores guías posibles para indicar cómo construir en el momento actual de crisis económica. E ideológica. La tradición es la realidad, y a las claves fundamentales de aprovechar el lugar y de proteger lo construido de los inconvenientes de ese lugar, Bunyesc añade el progreso de trabajar con nuevas técnicas. De este modo, los materiales locales se suman a las energías renovables que, en las casas pasivas que él levanta, reducen hasta hacerlo desaparecer el coste energético de energías no renovables y rebajan, también, el coste económico. Esta reforma de un pajar en Lleret (Pallars Sobirà) es el último trabajo de Bunyesc y ejemplifica su ideario, reutilizando lo existente y combinando la lógica centenaria con la innovación tecnológica, también lógica, nunca redundante o formal.
El arquitecto transformó en vivienda un pajar situado a 1.400 metros de altura y muy bien ubicado: abierto al sur y protegido de los vientos del norte.
Así, rehizo el muro existente, con forma de herradura, reforzando su aislamiento con lana de oveja y empleando, en la fachada sur, grandes superficies acristaladas para captar pasivamente la máxima cantidad de energía solar posible. Esa energía asegura el confort en el interior de la casa durante todo el año. El aislamiento hace que la energía no se pierda.
En el interior, el muro está forrado de madera y de lana de oveja. La casa es térmicamente autónoma. Cómoda y confortable durante todo el año. La luz, el cristal, la nieve y el gasto energético cero conviven en una vivienda que hace evolucionar la forma tradicional de construir a partir de la lógica y los medios actuales.
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