Molina-Mur, un romance verdadero
Los actores, que acaban de tener una hija, reflexionan sobre las decisiones de pareja en tiempos de crisis
Se abre la puerta y aparece una mujer de belleza salvaje: ojos inmensos, boca carnosa y melena indomable. En el salón, una silueta de casi dos metros se recorta contra la ventana. Al volverse, descubre un precioso bebé de cinco meses entre sus manos. Podría ser el arranque de una película hollywoodiense, pero los actores Olivia Molina (Ibiza, 1980) y Sergio Mur (Madrid, 1977) se interpretan en esta ocasión a sí mismos. Guapos, con prometedoras carreras y una familia recién estrenada, la felicidad les sale a borbotones por los poros. Están en un momento luminoso. Y no quieren ni pueden disimularlo. “Vivimos tiempos duros, de desesperanza. Pero bastante jodido está ya todo para dejar que te corten también las alas en las cosas más importantes. Tener ahora a Vera es una forma de responder a todo con amor, con fe”, explica Molina sin apartar sus ojos de los de la niña.
Mur coincide en parte. Si esperas a que tu vida profesional y personal estén asentadas, puede que nunca se presente la ocasión de dar el paso. Hoy, en España, estar enamorado y tener un trabajo fijo (o bien remunerado) es como que te toquen el Gordo y El Niño jugando al mismo número: una anomalía estadística.
Ellos se saben privilegiados en muchos sentidos. Pero el subidón de endorfinas en el que viven no ha hecho perder la perspectiva al actor: “Las cosas materiales no son lo fundamental para el amor, ni para crear una familia. Pero hay gente pasándolo fatal, sin nada. Tienes que tomar las decisiones que te funcionen a ti. Yo soy capaz de vivir con las cosas menos atadas, en una situación que a otra persona le supondría un estrés tan grande que le llevaría a la infelicidad. De hecho, he elegido una profesión profundamente inestable. Solo sé lo que va a ser de mi carrera hasta abril”.
Tener a nuestra hija Vera nos ha cambiado como actores”
Mur forma parte del reparto de Antígona, la obra dirigida por Rubén Ochandiano y producida por el Teatro Español que se representa en el Centro Cultural Matadero de Madrid. Molina, que debutó en 2000 con Jara y Al salir de clase, espera el estreno de su último trabajo en la serie de Antena 3 Luna, el misterio de Calenda. “Ahora estoy centrada en Vera, el papel más importante de mi vida”. Y aunque, impresa o en pantalla, esta afirmación supere la categoría de tópico, salida de sus labios transmite una autenticidad a prueba de cinismo.
La pareja se conoció durante el rodaje de la serie Física y química, y juntos se han apoyado mientras Mur preparaba el papel de Dan Wolf en la adaptación teatral de Closer y Molina afrontaba el rodaje de Luna. Esta nueva etapa no solo les ha transformado como pareja, “sino también como actores”, apuntan.
“Los intérpretes tendemos a mirar mucho para dentro: tú eres tu herramienta. Pero en mi caso había un profundo aburrimiento de mí mismo. Vivo el trabajo de una forma más sana desde que Vera está en mi vida”, asegura Mur. La profesión, la vocación, la identidad. Una tríada que, en estos tiempos de crisis, tanto determina la felicidad, incluso de los que, como ellos, tienen la suerte de poder desarrollar estas tres facetas. “Todos los que somos herederos culturales de los ochenta compartimos una visión. Se nos vendió que podíamos dedicarnos a lo que quisiésemos: eso situó nuestra prioridad en lo que íbamos a ser en el mundo. Y hasta que lo logremos, no empezamos con todo lo demás. Ponemos mucha energía en conseguir unas metas que se nos dijo que podíamos lograr y por el camino perdemos de vista otras cosas importantes”, reflexiona el actor.
Aunque ellos tienen muy claro qué es lo primero. Vera, Olivia y Sergio. Esa es su tríada. Por eso han decidido llevarse a su niña a todas partes. Desde los ensayos hasta las sesiones de fotos. La actriz se explica: “Nos gusta que sume a la vida. Creo que es una actitud que heredé de mi madre [la actriz Ángela Molina], pero también es que estoy tan feliz con Sergio y con ella que no quiero separarme de los dos ni un segundo”.
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