No somos tan diferentes
Hay muchas protestas por la privatización de la sanidad en la Comunidad de Madrid. En Cataluña no se oye tanto ruido, a pesar de que la privatización es parecida y quizás más avanzada en algunos aspectos. Nosotros hemos llegado hasta aquí paso a paso con pequeños cambios legislativos desde 1986. Uno de los últimos retoques ha sido la Ley del Instituto Catalán de la Salud (ICS) de 2006 que convirtió el ICS en empresa pública (abriendo el paso a la gestión privada y a la colaboración público/privada). Ya en este momento el Consejo de Trabajo Económico y Social de Cataluña emitió un dictamen en que decía que “la transformación de algunos servicios sanitarios en empresas públicas como el Instituto Oncológico de Cataluña” ... “no ha supuesto una mejora de su gestión respecto del ICS en términos de eficiencia y eficacia, ni tampoco en el nivel de satisfacción de los usuarios”.
En Cataluña gran parte del gasto público de sanidad (el 54% en 2010) va a la compra de servicios en formas diversas (contratos, conciertos, concesiones…) a múltiples entidades privadas con o sin ánimo de lucro pero con difícil control económico; entre otras causas porque se aplica el derecho administrativo privado. Los datos que han salido a la luz hasta ahora hacen sospechar que los conflictos de interés y la corrupción están repartidos por las cuatro provincias porque, entre otras razones, estas leyes lo facilitan. Tenemos que volver a proclamar la universalidad de la atención sanitaria y la gestión totalmente pública del dinero público. Es indispensable para que sea transparente. Hay que revertir las modificaciones legislativas que permiten la actual pérdida de soberanía sobre el control de nuestro dinero y dejar de pensar que nosotros “somos muy diferentes”.— Marta Carrera.
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