El Sahel se muere de sed
Esta entrada ha sido escrita por Amaia Celorrio, responsable de Relaciones Públicas y Contenido del Comité Español de ACNUR
El mundo ha cumplido con la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso al agua potable mucho antes de la fecha límite de 2015, según un informe publicado por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre 1990 y 2010, más de 2.000 millones de personas obtuvieron acceso a fuentes mejoradas de agua potable. Las cifras son positivas pero 783 millones de personas no tienen acceso aún al agua potable y tan sólo el 63% de los habitantes del mundo tienen acceso a un saneamiento mejorado.
Declarado por la ONU como derecho humano esencial, el agua y el saneamiento son vitales para la salud humana, fomentan la igualdad de género, facilitan la educación primaria y generan beneficios económicos. Tan sólo en África, las pérdidas económicas totales debido a la falta de agua potable y saneamiento ascienden a los 28 billones de dólares.
Mientras en España el consumo medio por habitante y día es de 126 litros, más de la mitad de los campos de refugiados en el mundo no cuentan con el aprovisionamiento mínimo diario recomendado de agua (20 litros por persona y día), mientras que el 30% de los campos no cuentan con sistemas de saneamiento de agua y servicios sanitarios (letrinas).
Allí, una mujer o una niña que tiene que ir a buscar agua para una familia de 4 personas dedica de media 6 horas al día a recolectarla, exponiéndose a la violencia sexual y de género y/o dejando de ir al colegio.
Además, en muchos casos, el agua está contaminada y provoca diarreas que sumadas a los problemas de desnutrición que muchos de estos niños y niñas padecen, les llevan a la muerte. En el mundo, cerca de 4.000 niños menores de cinco años mueren al día por falta de agua potable y saneamiento adecuado.
Por ello, en situaciones de emergencia humanitaria, como la que actualmente se está viviendo en el Sahel, el agua, el saneamiento y la higiene constituyen prioridades absolutas. La insurgencia rebelde que estalló en Malí en enero ha provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas que han buscado refugio en países vecinos afectados por la crisis alimentaria y una grave sequía. Y la inmensa mayoría de los refugiados que llegan son mujeres y niños.
Burkina Faso, Mauritania y Níger han abierto las puertas de sus hogares y las de sus corazones a los refugiados de Malí y están dando un extraordinario ejemplo de solidaridad a pesar de sufrir una sequía recurrente y una crisis alimentaria atroz. Pero la situación de la población local es crítica y recibir esta carga adicional complica aún más su supervivencia. Y hace falta de todo, pero lo más urgente es agua potable. Porque la desesperación les empuja a beberla de cualquier lugar o a obtenerla a cualquier precio.
Ahora, en el Sahel, más de 400.000 personas necesitan un poco de nuestra capacidad para marcar una diferencia, de nuestra sed de ayudar. Tan solo un poco.
Más información enwww.yotambientengosed.org.
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