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Los trapos sucios del emperador de la limpieza

Curt Johnson, el heredero de un imperio de productos para el hogar, es realeza americana La empresa familiar del milmillonario emplea a buena parte de su pueblo, Racine, en Wisconsin Hoy está arrestado por agredir sexualmente a su hijastra adolescente. Él niega los hechos

Curt Johnson, atendiendo el funeral de su padre, Sam, en mayo de 2004.
Curt Johnson, atendiendo el funeral de su padre, Sam, en mayo de 2004.RON KUENSTLER (AP)

Negras nubes se ciernen sobre Johnsonville, un apacible pueblo hasta ahora aletargado en una vida en tecnicolor a la orilla occidental del lago Michigan. En marzo, uno de los herederos de la realeza local, Curt Johnson, fue arrestado, acusado de agredir sexualmente a su hijastra, una adolescente cuando ocurrieron los hechos. La semana entrante, la Corte Suprema de Wisconsin abrirá un caso por apelaciones, para dirimir si la supuesta víctima debe revelar su historial médico, en un proceso en el que todo un imperio familiar de productos de limpieza no ha podido lavar bien unos trapos sucios muy ennegrecidos.

Johnsonville es como se conoce comúnmente a Racine, en Wisconsin, una localidad de 70.000 habitantes a la que en 1882 se mudó Samuel Curtis Johnson, natural del vecino Estado de Ohio. Comenzó colocando suelos de parqué, ocupación entonces dignamente modesta, hasta que le vino su momento Arquímedes: se dio cuenta de que los suelos de madera necesitaban brillo y que la cera sería un excelente aliado en ello. En su bañera formuló su primera cera en pasta. Fue la semilla de un imperio que ahora, cinco generaciones después, factura 9.000 millones de dólares anuales.

Samuel Curtis Johnson, de 57 años, comparte con su tatarabuelo el nombre completo, pero no su gloria a los ojos de Racine. Conocido comúnmente como Curt, en febrero fue arrestado, acusado de agredir sexualmente a su hijastra, T. S. Él le había confesado algo a un terapeuta en Arizona, que le delató por imperativo ético y legal. La niña confesó luego ante un forense que había sufrido más de 20 abusos entre 2007 y 2010, cuando tenía entre 12 y 15 años. La adolescente había tomado un voto de castidad hasta el matrimonio, en el que la había asesorado y apoyado su propio padrastro.

Johnson confesó algo a un terapeuta que le delató por imperativo ético y legal. La niña explicó luego a un forense que había sufrido más de 20 abusos 

En la demanda criminal se detallan los abusos, una galería de horrores en la mansión familiar. “Tiene un problema con los tocamientos”, dijo la joven. “Me agredió”. La sobó en la cocina cuando estaban solos. Se metió con ella en su habitación. Ella se ocultaba debajo de las sábanas. “¿Podemos tener sexo?”, le preguntó en una ocasión. Ella se negó reiteradas veces. Las agresiones aumentaron. La policía pudo interrogar a la madre de T. S., Tracie, quien dijo que desde 2010 había tenido la sospecha de que algo oscuro moraba en la mente de Curt cuando vio el modo en que observaba a su hijastra en un restaurante.

Curt Johnson se ha declarado inocente y ha pagado una fianza de 500.000 dólares. Se halla en libertad bajo fianza, su pasaporte requisado. En febrero, viendo la tormenta venir, había dejado su puesto de director de la empresa Diversey, que entonces era propiedad de la matriz S. C. ­Johnson. Según la revista Forbes, ocupa el puesto 151º entre las personas más ricas de Estados Unidos, con unos activos de 2.700 millones de dólares. “No hay familias que sean inmunes a la crisis”, dijo, parafraseando a Tolstói, el hermano menor de Curt, Fisk, de 53 años, en un e-mail a los empleados de S. C. Johnson.

La familia Johnson hizo de Racine su Camelot. Sus empresas emplean allí a 12.000 personas, a las que los viejos del lugar conocen como “los chicos y chicas de la cera”. Mantienen la economía local: los restaurantes, los supermercados, las concesionarias de coches. Las oficinas centrales del emporio familiar fueron diseñadas por el mismísimo arquitecto Frank Lloyd Wright, en una curvilínea interpretación de los gustos del art déco. Un platillo volante, diseñado por J. Gordon Lippincott y Walter P. Margulies para la Exposición Internacional de Nueva York de 1964 y 1965, hace las veces de anfiteatro para uso de la ciudad.

Como en todas las sagas que se precien, la desgracia rondaba a la familia desde hacía tiempo. Sam Johnson, padre de Curt y mente preclara que decidió expandir la empresa en varias ramas de la gama de limpieza, ingresó en 1993 en la clínica Mayo para tratar su alcoholismo. Lo confesó públicamente en un documental en 2001. “Es una gran frustración interna”, dijo entonces. “Sabes que tienes que quitarte el mono de alcohol, pero no puedes hacerlo”. Con el tiempo, abriría con su dinero una clínica de rehabilitación, que, por supuesto, erigió en Racine.

La madre de la supuesta víctima dijo que desde 2010 había tenido la sospecha de que algo oscuro moraba en la mente de Curt cuando vio el modo en que observaba a su hijastra en un restaurante

De Curt, que se sentará probablemente en el banquillo, se había sospechado que era alcohólico durante mucho tiempo. Después de licenciarse, la familia le mandó a dirigir la filial de la empresa en México en los años noventa. Hay quien dice que se hizo para apartarle de Racine y evitar que sus problemas de adicción fueran públicos. Lo cierto es que aquello no solucionó nada. Curt acabó en otra clínica de rehabilitación en Arizona a principios de este año. Fue allí donde le confesó a un terapeuta sus excesos con su hijastra, en una decisión que abriría una grave crisis familiar.

A Curt Johnson le podrían caer 40 años de prisión si se le considera culpable. Desde que su caso se hizo público, se ha refugiado en la mansión de su madre en Racine. Algo más debe de haber en la familia, porque sus abogados le han pedido a la demandante, su hijastra, que aporte todo su historial médico. Consideran que si este se hace público, quedaría demostrado que la adolescente podría haber malinterpretado los abusos sexuales, probablemente por problemas cognitivos.

La audiencia de la semana que viene en el Supremo de Wisconsin abrirá una vía que culminará, con toda seguridad, en un juicio en 2013. Lo que será más complicado es encontrar a 12 personas en Racine que puedan conformar un jurado independiente y sin conexión con la familia John­son. Sería como encontrar a alguien en Camelot que no supiera quién era el rey Arturo.

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