_
_
_
_
África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Niños y jóvenes en movimiento

Toda una sucesión de casualidades condujo a Begoña Caparrós hasta Kampala, la capital de Uganda, en 2003. Llegó para trabajar en dos orfanatos de la ciudad haciendo lo que más le gusta hacer: bailar y actuar. A través del baile y del teatro consiguió conectar con los chicos y chicas de esas instituciones y ayudarles a ser más conscientes de sí mismos. Al mismo tiempo contactó con algunos artistas ugandeses a los que invitó a participar en su experiencia.

Aquel primer encuentro con África duró 3 meses que fueron suficientes para atraparla y convencerla de que quería dedicar su tempo a investigar lo que ella define como la educación a través del arte para favorecer el desarrollo social y cultural y el bienestar de niños y jóvenes desfavorecidos creando un espacio vital de reafirmación humana, creativa y de felicidad.

A Begoña siempre le gustó bailar e interpretar y durante años pudo compaginar esas disciplinas con sus estudios. Pero cuando terminó Derecho en la Universidad Complutense de Madrid tuvo que optar y, en aquel momento, lo hizo por lo más práctico, la abogacía. Ejerció en Madrid durante algunos años hasta que un día vio que se ahogaba y que necesitaba cambiar de vida. 3 años pasó en distintas islas del Caribe, realizando diversos trabajos para vivir, antes de aterrizar en San Francisco (Estado Unidos) donde volvió a retomar sus estudios de danza e interpretación y empezó a investigar temas relacionados con la educación artística como herramienta que podría tener un impacto en la población desfavorecida.

Vivía en esa ciudad con la seguridad de que la estancia en el Caribe le había dejado una huella muy profunda. Era tal la impresión que le produjo la forma de vida, la música y la cultura de los caribeños que imaginó que en el lugar en donde muchas de esas personas tenían sus raíces las sensaciones deberían ser mucho más intensas y la vida más fascinante. 5 años tardó en poder experimentar aquella intuición. Fue así como llegó a África por primera vez.

Como la casualidad ha sido el determinante de la vida de Begoña, está también jugó un papel importante a la hora de elegir el país africano al que ir. Al principio solo quería que fuera anglófono, por cuestiones de lenguaje, pero le daba lo mismo uno que otro. Su amiga Lynn Murphy estaba realizando un Doctorado en Educación internacional comparada en la Universidad de Standford, donde Begoña también había formado parte de un proyecto de investigación, y había viajado a Uganda para realizar allí su trabajo de campo. Pensó que conocer a alguien en el terreno podría ayudar, luego, algunos conocidos la pusieron en contacto con un par de orfanatos en Kampala. Todo parecía apuntar a que esa sería su nueva ciudad y hacia allí se fue.

El primer contacto con Uganda fue de conocimiento, de experimentar sus potencialidades, de poner en práctica intuiciones adquiridas en los estudios. Durante 3 meses trabajó con niños y niñas de los orfanatos utilizando la danza, el teatro, el dibujo…

Esta visita también le permitió conocer que en Uganda hay unos 2 millones de huérfanos, muchos de ellos como consecuencia del SIDA, y que en Kampala existen numerosos orfanatos donde los niños y niñas viven confinados dentro de los muros de las instituciones sin apenas contacto con el mundo exterior. Que la educación a la que puedenn acceder esos menores es muy deficitaria por la masificación de las aulas, la falta de materiales didácticos o la desmotivación de los profesores. Esto significa que al acabar sus estudios se encontran en clara desventaja con el resto de los miembros de la sociedad sin posibilidades de acceder a un trabajo digno. Fue entonces cuando Begoña comprendió que la causalidad la había conducido a un lugar donde podría poner en práctica su idea del uso del arte como herramienta para trabajar con niños y jóvenes desfavorecidos.

El viaje la convulsionó y una vez de regreso en San Francisco se dio cuenta que lo que quería hacer era dedicarse a trabajar con aquellos menores y se puso manos a la obra para diseñar un plan de trabajo.

En 2005 regresó a Uganda con la intención de poner en práctica el programa. Empezó por contactar y formar a artistas locales y a un equipo administrativo. Ella no quería crear una nueva estructura así que intentó que alguna de las grandes ONG o instituciones internacionales que operaban en el país la acogiesen y la sirvieran de paraguas bajo el cual poder trabajar. Pero ninguna aceptó aquella propuesta, así que tuvo que crear su propia institución para tener una cobertura legal bajo la que operar, se trata de la Fundación In Movement, que vio la luz en febrero de 2006.

Desde aquel momento Begoña y el resto de los miembros de la fundación no han dejado de trabajar para poner en marcha el proyecto. Se trata de un programa que en la actualidad dura 3 años, destinado a niños y niñas de orfanatos de Kampala. Estos viven en sus instituciones (aunque hay algunos que están acogidos en casas de familiares) y casi todos acuden a clase al colegio, pero por la tarde, los fines de semana o en campamentos organizados durante las vacaciones, tienen acceso a otro tipo de actividades. Además se organizan eventos culturales y excursiones y visitas de estudio y hacen presentaciones y exhiben su trabajo a la comunidad de Kampala.

Las materias ofrecidas a los chavales son: danza, música, teatro, escritura creativa, artes plásticas y artes circenses. Estas no son más que instrumentos con los que trabajar otros temas relacionados con la identidad o la salud y el entorno haciendo especial hincapié en el SIDA o los abusos sexuales, entre otros muchos, por ejemplo. Así se intenta que los niños y niñas obtengan un sentido de logro y realización, confianza y empatía fundamentales para que se hagan dueños de sus vidas; la capacidad de realización e integración con su entorno social, mediante habilidades como el trabajo en equipo y la comunicación; habilidades cognitivas favoreciendo el pensamiento crítico, la toma de decisiones y la resolución de problemas; la creatividad y la imaginación; y un espíritu de mejora y de gratificación por el esfuerzo, que se traduzca también en mejores resultado académicos.

Unos 2000 niños y niñas se han beneficiado de este programa hasta el momento y el número seguirá creciendo en los próximos años. Todos los profesores del proyecto son artistas locales. A veces también les visitan artistas de fuera que hacen cortas residencias lo cual permite a los chavales entrar en contacto con nuevas experiencias.

Ahora mismo el programa está viviendo un momento clave. Después de años de contar con un director extranjero, se está traspasando la dirección y la gestión del mismo a los propios ugandeses. Los profesores del centro han elegido a Johnmary Makiza para esta función. Él lleva en el proyecto desde 2007, primero como profesor y más tarde también asumió funciones administrativas y logísticas. Begoña está convencida de que esta es la prueba de que su sueño está madurado y está creciendo más allá de lo que ella pudo imaginar un día. Ella permanece, de momento, como Presidenta de la fundación y seguirá viviendo entre Kampala y Madrid. Allí para hacer lo que más le gusta, estar con los chavales, aquí para buscar fondos que les permitan seguir adelante con el proyecto.

Justo para ese fin, recaudar fondos, la Fundación In Movement ha organizado una exposición subasta de obras de 4 artistas ugandeses contemporáneos (uno de ellos es Johnmary Makiza, el director de In Movement). Tendrá lugar el 27 de noviembre en Madrid, en La Casa Encendida (Ronda de Valencia 2), de 19:30 a 21:30.

Todas las fotos, Fundación In Movement.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_