El drama de los desahucios
Lo jueces están, parece, contra los desahucios como si ellos no tuvieran nada que ver en ellos. Pero si lo pensamos detenidamente hay que ver por qué no aplican la interpretación defendida en EL PAÍS por el fiscal del Supremo Castresana.
Otra cosa que me llama la atención es la aparente celeridad con la que aplican la ley en estos casos y la lentitud en el resto, especialmente en aquéllas que afectan a políticos o banqueros. En estos casos las actuaciones se embalsan independientemente de la complejidad de los asuntos y pueden pasar años (el caso clamoroso es el de Fabra o Baltar, aparte de Gil) sin que se avance lo más mínimo.— Juan Carlos Ortigosa Perochena. Motril, Granada.
Si hay un tema candente es el de los desahucios, donde se mezclan demagogia y populismo con el desamparo de los más necesitados y el aberrante poder del imperio financiero. Ahora los dos grandes partidos se apresuran a buscar una solución momentánea que, además de evitar el drama de tantas familias, lave un poco su imagen de ineptos por haber propiciado que esta tragedia haya alcanzado su actual dimensión.
El tema es de tal complejidad que dudo lleguen a encontrar una solución más allá del apaño que calme los ánimos. Hay, a nivel de legalidad y derechos de tantos que asumieron hipotecas, resquicios jurídicos que cualquier abogado avezado podrá profundizar. Muchos de los que firmaron su hipoteca vivían en un marco que les permitía afrontar esos pagos en su momento y, sobre todo, en el futuro. Como ejemplo, los trabajadores con contrato indefinido tenían derecho a una indemnización de hasta 45 días por determinados despidos. Actualmente esa indemnización se ha reducido en más de un 55%, privando de un capital con el que el firmante hipotecario tenía derecho a contar. Cualquier solución hay que buscarla por el marco legal, fuera de él sólo existe un río revuelto.— Manuel Ruiz. Barcelona.
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