3. Una nación no se debe construir así
Autor: Chido Onumah
Reflexiones sobre Nigeria en el 52 aniversario de su Independencia.
Vea aquí la primera parte. La segunda. Y el original en inglés. Traducción de Virginia Solans.
(...) Una vez realizado el análisis crítico de la situación de Nigeria, he llegado a la conclusión de que la falta de liderazgo que tan brillantemente exponía Achebe en El problema de Nigeria, se debe también en parte a la estructura de este país. Cincuenta y dos años después de la independencia, continuamos hablando de la unidad de Nigeria y de si somos o no una nación. Es esta ambivalencia acerca del país –su estructura y las relaciones del poder- y su significado para distintas personas y grupos de interés, han creado un terreno abonado para el saqueo, como muestran los actuales y numerosos casos de corrupción a lo largo y ancho del territorio. No tenemos una nación y ese es en esencia nuestro gran problema, nuestra perdición.
Obra de la escultora nigeriana Sokari Douglas Camp, vía African Colours. Tiene una serie dedicada al controvertido negocio del petróleo. Justo estos días se cumple aniversario del asesinato del activista y escritor, defensor de los derechos de los ogoni en el Delta del Níger, Ken Saro-Wiwa.
Tal vez en otro momento la tuvimos. Pero ahora mismo no. Una nación se construye con gente que comparte los mismos intereses y consensua los puntos de vista. Alguien que comentaba el hecho de que Nigeria no haya conseguido ninguna medalla en los pasados Juegos Olímpicos de Londres, manifestaba también lamentándose “solía haber un país al que llamábamos Nigeria. Por diferentes razones, nadie lo quería. Tras varios intentos desesperados intentando resucitarlo, todos se dieron por vencidos y entonces, aparecieron los fantasmas. Pero los fantasmas no compiten en los Juegos Olímpicos”.
A riesgo de parecer repetitivo, quisiera hacer constar que este Estado no puede continuar en una situación de tal inseguridad durante mucho más tiempo. Algo tendrá que suceder. Aquellos que habían previsto que 2015 marcará el punto de no retorno, puede que acierten en el pronóstico teniendo en cuenta los engaños que se han cometido en nombre del poder. Este Gobierno sin rumbo ha creado un espacio para la histeria política que augura una sola cosa: una seria amenaza para la supervivencia de Nigeria. Aunque es cierto que la culpa de nuestro problema no lo es tanto de la actual Administración. Sino que en realidad es más un problema de la estructura del país y de quien maneja el poder, porque esa persona o grupo lo controla todo.
George Osodi, fotografía de 'Nigeria, The rape of paradise', editado por Trolleybooks. El autor dedica años al proyecto 'Oil rich Niger Delta'
De entre todos los que han contribuido a hacer de Nigeria un Estado lamentable, Atiku Abubakar alzaba su voz –tal vez en un momento de lucidez pasajera- en un reciente acto celebrado en Abuja en contra de la forma escandalosa de ejercer el poder de quienes se sientan en el sillón presidencial. Y en concreto mencionaba al presidente Jonathan refiriéndose a él como el más poderoso del mundo. El antiguo vicepresidente afirmaba que algo no marcha bien en un sistema que mantiene tal aberración. Dudo que si estuviera en el lugar de Jonathan se atreviera a expresar públicamente el mismo pensamiento. A pesar de lo dicho, esta afirmación bien podría ser un buen ejemplo de la creciente irritación que existe en el país contra las relaciones de poder y la estructura del Gobierno.
Ahora, muchos ya están tomando posiciones en la carrera hacia la presidencia. En el sur del país se insiste en que merece la pena hacer una segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2015. Para los del sureste, no es una cuestión a negociar. Y los del norte, están convencidos de que el próximo mandatario saldrá de aquella región. Si a todo esto le añadimos la declaración de independencia y los deseos secesionistas de varios grupos así como la violencia política y religiosa y la frecuente delincuencia que padecemos, tenemos los ingredientes perfectos para llegar al desastre. Pero esto no es más que una instantánea de la actual situación política de Nigeria ante las elecciones de 2015.
Y sucede por una sola cosa: el petróleo. Todos anhelan tenerlo y harían cualquier cosa por conseguirlo.
Si quitáramos el petróleo, se acabaría la fiesta. Todos se irían a sus casas. Desaparecería la corrupción y también los inimaginables casos de fraude generalizado que existen actualmente. Porque si nuestros gobernantes tienen que gravar a los ciudadanos con impuestos o conseguir fondos para mantener sus Estados, no tendrían tantas posibilidades de robar libre y fácilmente del erario de su propio Estado. Y, por tanto, si los Estados no recaudan el dinero suficiente para entregarlo al gobierno federal, el presidente, la primera dama, los ministros, senadores y demás representantes políticos, no tendrían apenas donde robar. El petróleo y el dinero “gratis” que acumulan son las razones que distancian a la gente de nuestros políticos.
La gente de aquí está desgraciadamente acostumbrada a esta situación. En realidad no somos conscientes de los miles de millones que nos roban cada día porque no nos los quitan directamente de nuestros bolsillos. Cuando hablamos de la corrupción y del robo de nuestro patrimonio, parece como si habláramos de un problema de otros. “Dejémosles que sigan robando el dinero del oro negro. Cualquier día el petróleo se acabará”, es la frase más oída. Por supuesto, nuestros líderes se muestran muy contentos mientras se ayudan con descaro unos a otros a repartirse el pastel. Lo único que les inquieta es que la asignación trimestral no llegue a tiempo. Al igual que los ladrones, la fórmula del reparto es una de sus preocupaciones. Pero nunca se les oye hablar de generar ingresos.
Y por eso, en Nigeria la política se ha convertido en la actualidad en un auténtico trabajo. Nadie que llega al Gobierno quiere salir de ahí. El ministro de hoy, será senador el día de mañana. El que hoy día es director de una institución, será mañana senador o candidato a la presidencia. Cuando alguien ha robado lo suficiente como concejal, aspira a ser alcalde. Después, lo que el alcalde quiere es sentarse en la Asamblea estatal o en la Cámara de representantes. Desde esa posición y una vez que ha robado bastante, aparece como senador o ministro con un ojo puesto en el gobierno de su Estado. Cuando ha sustraído todo el dinero que ha podido hasta llegar a ese cargo, entonces consigue ser presidente desviando fondos públicos o mejor aún, se abre una cuenta en el extranjero.
La cantante Nneka, habitual en este blog, le dedica este tema a su país.
Es cierto que me estoy refiriendo a personas que no están contentas con el presidente Jonathan y que están esperando que venga otro para arreglar nuestros problemas. Pero, tal como he apuntado anteriormente, nuestro problema no ha empezado con el presidente Jonathan. Aunque un poco de sinceridad y buena voluntad por su parte no nos vendría mal. No pienso que haya que cambiar de conductor si un coche no tiene un buen motor. Lo que quiero decir es que la sociedad nigeriana no está preparada para hacer una revolución sociopolítica que redefina su futuro.
Actualmente, en Nigeria no hay nada que funcione según la lógica de una sociedad moderna. De hecho, casi ningún sector de la sociedad nigeriana –la Asamblea Nacional, la educación secundaria, la Justicia, el cumplimiento de las leyes, etcétera- funciona. Pero nuestra gran tragedia es que ni siquiera nos damos cuenta.
Tal vez nuestro problema es que esperamos demasiado de nuestros políticos y de la panda de líderes que tenemos. Pero aún mantenemos la esperanza y confiamos en que nos construyan buenas carreteras, nos faciliten asistencia sanitaria, una educación de calidad, seguridad... Sencillamente, no lo harán. Porque es algo que no se plantean. A pesar de que ven y disfrutan de esos servicios en otros países (...)
www.chidoonumah.com. conumah@hotmail.com
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