Nigeria, la población atrapada entre dos fuegos
Autor invitado: Ángel Gonzalo (*)
Boko Haram siembra el terror con atentados indiscriminados y las autoridades nigerianas responden con medidas represoras fuera de la ley. La población civil se encuentra inmersa en un ciclo de violencia desde 2009. Amnistía Internacional lo denuncia en un informe que se publica hoy y exige el fin de los abusos y rendición de cuentas.
El 25 de diciembre pasado acababa de pasar mi primera Nochebuena en África Occidental. Desde luego, sin toda la pompa ni los excesos que en España se gastan. Era media mañana y estaba junto a la desembocadura del río Volta, en un pueblo perdido al sur de Ghana, Ada Foah, junto al Golfo de Guinea, a excasos 300 kilómetros de la frontera suroeste de Nigeria.
En un alarde de fortuna logré conectar con la BBC y la primera noticia que escuché me sobrecogió. Boko Haramhabía detonado varias bombas en tres iglesias en un suburbio de la capital, Abuja, acabando con la vida de 43 personas e hiriendo a muchas más, en su mayoría cristianos que iban al templo a celebrar el día de Navidad. Enseguida llamé a Radio Ada, emisora con la que colaboraba entonces, y comenzamos a trabajar sobre el tema.
Su actividad violenta no se ha centrado sólo contra fieles cristianos, aunque hayan sido estos atentados los que más han trascendido a la opinión pública. Desde 2010, al menos 20 iglesiashan sido atacadas y al menos 200 personas han fallecido víctimas de estos ataques. El último atentado fue el pasado domingo y al menos siete personas fallecieron cuando estaban en misa.
Los funcionarios públicos, militares y agentes policiales son sus objetivos prioritarios, pero por el camino se llevan a todo aquel que pase, incluidos niños, periodistas y personas de a pie. No en vano han atentado contra escuelas, cárceles, medios de comunicación o lugares de ocio. En agosto de 2011 Boko Haram también llevó a cabo un ataque suicida contra el edificio de la ONU en Abuja.
Desde 2010, Boko Haram ha matado a más de mil personas incluyendo unas 400 que no pertenecían a miembros de las fuerzas de seguridad. Muchos de estos ataques pueden considerarse crímenes contra la humanidad, por responder a una estrategia premeditada y constituir un ataque generalizado o sistemático contra la población civil.
El Gobierno, por su parte, ha respondido duramente adoptando medidas fuera de la ley. Esa respuesta no ha servido para prevenir estos abusos ni para que los responsables de Boko Haram rindan cuentas ante la la justicia. En junio de 2011 las autoridades establecieron una Fuerza Militar Conjunta para que actuara en los lugares donde Boko Haram goza de mayor influencia.
Entonces aumentaron las noticias de homicidios ilegítimos, detenciones masivas, reclusiones arbitrarias, extorsión e intimidación de personas acusadas de tener vínculos con Boko Haram. Las ejecuciones extrajudiciales también son comunes y la práctica de la tortura es habitual entre las fuerzas de seguridad nigerianas.
El 31 de diciembre, apenas una semana después del atentado de Navidad que tanto me sobrecogió, el Gobierno decretó el estado de excepción en algunas zonas de los estados deBorno, Níger, Plateau y Yobe, donde Boko Haram tiene más poder.
Hay testigos que han declarado que las fuerzas de seguridad han ejecutado a personas fuera de sus casas, disparado a algunas durante operaciones policiales o después de ser arrestadas, o golpeado a otras hasta la muerte mientras permanecían detenidas o en la calle. Un manto de impunidad envuelve estas violaciones de derechos humanos.
Esta situación ha provocado que miles de personas se encuentren atrapadas en mitad de una cruel espiral de violencia y sufran devastadoras consecuencias, como en el peor de los conflictos armados. Además, el clima de miedo ha conseguido que la población local no se atreva a denunciar los crímenes y que los periodistas no informen sobre los atentados. Temen por su seguridad.
Todo esto lo cuenta ahora Amnistía Internacional en un nuevo informe que incluye testimonios como este: “Estamos en el medio de dos fuegos. Mires a la derecha o a la izquierda, verás muertos a ambos lados. Es una situación donde siempre se pierde”, comentó un ingeniero civil de 32 años de Maiduguri, capital de Borno. Las fuerzas de seguridad mataron a su hermano en junio de 2012. La organización ha visitado el país entre febrero y julio de 2012 y la última semana ha mantenido reuniones de alto nivel con autoridades y lideres sociales.
Mucha gente ha abandonado sus casas para escapar del terror. Después de que Boko Haramataque en un lugar, las fuerzas de seguridad irrumpen buscando cómplices. Si uno no ha caído por culpa del atentado, puede hacerlo por la actuación de policías o militares. Eso es insostenible para quienes viven allí y por eso muchos deciden emigrar. Abandonar sus casas, sus pertenencias y a sus familias les condena en ocasiones a la pobreza y al desarraigo.
Dicen algunos africanistas que Nigeria es un estado fallido por la corrupción tan extendida en sus instituciones. Es el país con mayor población de África, 162,5 millones de personas, con una esperanza de vida que a duras penas supera los 50 años y cuya tasa de alfabetización es del 60%. También es el mayor productor de petróleo del continente y el octavo exportador de oro negro del mundo. Como contrapeso, más del 50% de la población vive con una media de 1,25 dólares al día y muchos de los hogares no tienen electricidad ni agua corriente.
Dos fes en un mismo territorio
El norte de Nigeria es mayoritariamente musulmán, como lo son los países vecinos, en la franja del Sahel, desde que en la Edad Media los árabes expandieron el islam desde el Norte y el Estedel continente, utilizando las rutas de esclavos. Los europeos hicieron algo parecido en el sur, pero llegaron por mar y extendieron su religión, cristiana, en las zonas próximas a la costa. Por eso algunos países de África Occidental mantienen esa división religiosa. El sur cristiano y el norte musulmán. En Ghana también ocurre.
Pocos días después de aquella navidad teñida de sangre por Boko Haram fui al norte de Ghana. Visité Larabanga, un pequeño pueblo donde se ubica la mezquita más importante de la región, y un centro de peregrinación musulmán. Está cerca de las fronteras de Costa de Marfil y Burkina Faso, países de mayoría islámica.
Allí charlé con el imán y los ancianos, a la sombra de un árbol de mango. Cuenta la leyenda que en el interior de la mezquita se custodia un corán de gran valor simbólico. Hablamos sobre eso y sobre Boko Haram. Los lideres religiosos habían dado instrucciones de hacer llamamientos por toda la región para evitar que los ataques de Navidad desembocaran en un conflicto armado entre fieles de una y otra religión.
Los vínculos entre Ghana y Nigeria son fuertes y la actualidad de uno y otro lugar se sigue como propia. Fue entonces cuando uno de los ancianos me pidió algo:“Boko Haram no representa al islam. El islam es una religión de paz. No apoyamos la violencia ni los atentados y no queremos que se expanda esa idea de los musulmanes. Usted es periodista y europeo. No deje que en su país piensen que los musulmanes somos terroristas”. Desde entonces, le debía este artículo.
(*) Ángel Gonzalo es periodista. Trabaja para Amnistía Internacional en España. Vivió un año en Ghana y contó parte de su experiencia en dos artículos de este blog y en el suyo, tan personal e informativo: Ghaneantes, aviso para. Enlazamos y recomentadamos aquí la lectura del epílogo.
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