1. Una nación no se debe construir así
Autor: Chido Onumah
Reflexiones sobre Nigeria en el 52 aniversario de su Independencia.
Traducción del original en inglés de Virginia Solans
“Salvo para nuestros corruptos, obstinados y extremadamente ingenuos políticos, Nigeria ya es un país desmoronado; pero el horror de su probable desintegración resulta dificil de afrontar”. Esta fantástica cita del periodista y activista Godwin Onyeacholem, realmente reproduce la actual situación nigeriana. Este ha sido un proceso que ha durado cincuenta y dos años.
El pasado uno de octubre y bajo la supervisión del presidente Goodluck Jonathan, el Estado de Nigeria llevó a cabo una ceremonia para celebrar la independencia del país. Merece la pena resaltar que el gobierno de Jonathan no haya dado mucha pompa y circunstancia a esta celebración, algo que sin duda hubiera sido un insulto para el conjunto de nuestros males. Pero es muy típico de nuestra clase dirigente –la sombría y planificada celebración del uno de octubre ha sido solo una artimaña-, intentar allanar el camino para así poder festejar en 2014 el centenario de la creación de Nigeria en 1914 con una celebración más vistosa, y a mi entender desafortunada, en la que se gastarán miles de millones de nairas.
Bajo cualquier punto de vista que uno decida juzgar Nigeria, este país ha fracasado como nación. Es necesario repetirlo sobre todo para aquellos que padecen constantes delirios sobre la forma en que la nación está actualmente constituida, y que creen que “avanzamos”, tal como falsamente afirman nuestros políticos. Se trata de una mera ilusión. No existen piadosas palabras ni argumentos que puedan cambiar el hecho de que Nigeria es una auténtica “cleptocracia”, un Estado gobernado por ladrones, un país camino de una implosión inminente, en palabras del profesor Niyi Osundare. Siempre se ha dicho que Nigeria es un país que tiene un gran potencial y un futuro prometedor. Y después de cincuenta y dos años continúa siendo eso, un país con un gran potencial y un futuro prometedor.
La realidad es que, citando las palabras del escritor Chinua Achebe, “Nigeria no es un gran país. Es una de las naciones del mundo donde hay más desorden. Es uno de los lugares más corruptos, más insensible a las necesidades de los demás y con políticas más ineficaces que existen bajo el sol. Es uno de los países más caros y sin embargo, uno de los que dan el mínimo valor al dinero. Es un país sucio. Y ruidoso. Que hace gala de la ostentación y donde reina la deshonestidad, la crueldad y la vulgaridad. En síntesis, es uno de los lugares más desagradables para vivir de la tierra”.
Muy pocos países en el mundo consienten saqueos sin castigo, indignantes abusos y una absoluta violación de los derechos tal como ha sufrido, y permanece soportando, el autoproclamado gigante de África. El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, afirmó en cierta ocasión: “Si en el Reino Unido se hubiera robado durante los últimos treinta años la misma cantidad de dinero que se ha robado en Nigeria, Reino Unido ya no existiría”. Hay numerosos datos que son de dominio público sobre la cantidad de líderes que han desviado fondos del país desde la Independencia. Por ejemplo, se ha sabido que la cantidad que desvió Nuhu Ribadu, antiguo presidente de la Comisión de Delitos Financieros y Económicos (EFCC por sus siglas en inglés) es “seis veces más del total de la suma destinada a la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial a través del famoso programa de recuperación europea o Plan Marshall”. La cantidad de dicho programa fue de trece mil millones de dólares. Curiosamente, Alemania, el lugar elegido por nuestros líderes para recibir prestaciones médicas, fue uno de los beneficiarios del Plan Marshall.
Podríamos pasar las próximas semanas enumerando los problemas de Nigeria y solamente conseguiríamos hacernos una pequeña idea de los mismos. Entonces, ¿por dónde empezar? Hace poco se ha descubierto que en algo tan básico como la educación “los nigerianos gastan cerca de mil millones de dólares cada año en la educación de sus hijos en universidades en Ghana”. Un reciente reportaje de un periódico recoge las declaraciones del Presidente del Comité de Rectores de las universidades nigerianas, Dr. Wale Babalakin que afirma: “Esta suma no incluye las grandes cantidades de dinero que los nigerianos gastan también en educación en otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Malasia”. El doctor Babalakin además afirmaba que alrededor de 75.000 nigerianos estudian en Ghana, un país que en los últimos diez años ha invertido más del 35% de su presupuesto anual en educación (una cifra muy superior al mínimo del 26% que recomienda la UNESCO).
Abordemos un asunto menor como es la erradicación de la polio. El Comité de control independiente de la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio publicó recientemente un informe en el que se afirmaba que “los estados nigerianos de Kano y Bornu son dos de los seis lugares del mundo (que permanecen en contra de la erradicación previa) más problemáticos en lo que se refiere al virus de la polio”.
“Aparte de Afganistán, el norte de Nigeria es en concreto la zona que más preocupa a los que luchan por erradicar la polio en el mundo que ahora también se inquietan por la situación del personal que colabora allí y los esfuerzos que realizan”. De acuerdo con ese informe, el Comité de Control había insinuado que “aunque Kano, Bornu y otros cuatro lugares (problemáticos) del mundo representan una proporción relativamente pequeña de la superficie terrestre, sus habitantes tienen un riesgo mayor de transmisión que los del resto del mundo”.
En la actualidad solamente hay seis países donde la polio se contagia de forma constante. En Afganistán, Nigeria y Pakistán aun no se ha conseguido frenar la transmisión. En Angola, Chad y la República Democrática del Congo han vuelto a aparecer brotes de poliomielitis. Y en Nigeria ha 'reaparecido' de una manera bastante alarmante. El programa que se ha implantado en Afganistán está dando resultados razonables.
Todo esto no es más que una instantánea de la triste historia de Nigeria. No somos solamente un ejemplo muy malo de corrupción. Siempre somos los últimos de la fila en cuestiones como la educación, la mortandad materna e infantil, la seguridad, la justicia y la aplicación de las leyes, y continuamente estamos en competición con los países más retrógrados del mundo... (Continuará)
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