El descrédito de la política
Los ciudadanos votamos cada cuatro años a un partido político, que se presenta a las elecciones con un programa determinado, para que defienda los intereses de todos los ciudadanos y aplique el programa que ha propuesto.
El descrédito de la política comienza, en parte, porque suelen hacer totalmente lo contrario de lo dicho en el párrafo anterior. Entre las muchas reformas de la ley electoral, una debería ser que un cambio del programa debiera estar legitimado por un referéndum.
¿Por qué defienden y subvencionan groseramente a los bancos y no hacen nada para proteger a quienes por razón de la crisis no pueden hacer frente al pago de su hipoteca? Porque todos los partidos reciben créditos para sufragar las campañas electorales. ¿Por qué no defienden ante Bruselas que la austeridad a ultranza conduce al suicidio? Porque no tienen la capacidad de imponerse en las reuniones de jefes de Estado. ¿Por qué no persiguen el fraude fiscal y el trabajo en negro? Porque muchos de los infractores están entre sus donantes. Podría continuar con este tipo de preguntas llenando varios folios.
No hay que defender a los políticos. Hay que exigirles que cumplan al pie de la letra la función para la que fueron elegidos.— Juan Carlos Salzberg.
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