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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El pie del centauro

Alfa Centauri Bb es lo más cerca que tenemos de un nuevo mundo

SOLEDAD CALÉS

Al menos en un sentido cósmico el futuro de la humanidad parece estar al sur. Es allí, en el cielo nocturno del hemisferio austral, donde brilla sin rival el sistema estelar más cercano a nuestro Sol, Alfa Centauri, el pie del centauro que la imaginación de los antiguos quiso ver apuntando hacia la constelación de la cruz para orientar a los navegantes. Aunque le parece una sola estrella al ojo desnudo, hoy sabemos que en realidad son tres. Es en torno a una de ellas, Alfa Centauri B, donde los astrónomos acaban de descubrir un planeta extrasolar que, pese a ser solo el último de una lista que ya se va haciendo larga —750 miembros confirmados y otros 2.300 sospechosos—, merece una mirada más pausada por dos razones.

Primero, porque es el más pequeño de los descubiertos hasta ahora; las técnicas que utilizan los cazadores de planetas son indirectas —no los pueden observar, sino tan solo inferir de las perturbaciones que inducen en la órbita de su estrella, o del pequeño eclipse de su luz que causan al pasar por delante de ella— y estas limitaciones han sesgado el catálogo planetario hacia el extremo gigantesco del espectro; el nuevo planeta es el primero con un tamaño similar al de la Tierra.

Pero lo que le hace realmente singular, desde nuestro provinciano punto de vista, es que ya no vamos a encontrar nada que esté mucho más cerca. El planeta Alfa Centauri Bb o algún vecino suyo es lo más parecido que tenemos a un nuevo mundo, un puerto de destino, una tierra de promisión que nos pueda acoger en caso de que nuestro Sol se muera, o de que lo matemos. Así lo han entendido desde los años cuarenta los escritores de ciencia ficción, que han convertido el viaje a Alfa Centauri en un topicazo del género.

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Lo cierto, sin embargo, es que en la vida real no hay a estas alturas del siglo XXI nada vagamente similar a un cohete que nos pueda trasladar allí. Estirando la mejor tecnología actual hasta el límite de lo verosímil, e incluso con los presupuestos de antes de la crisis, el viaje duraría unos 28.000 años, milenio arriba o abajo. Mucho tendría que mejorar la televisión para soportar eso.

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