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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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¿Quién repara los abusos?

Steinburck con su primer discurso como candidato a canciller ante el Parlamento alemán ha conseguido ponerse en el mapa de la Europa del Sur

Soledad Gallego-Díaz

Nunca sabremos qué hubiera pasado en los países del sur de Europa, el nuestro incluido, si la canciller alemana, Angela Merkel, y la Unión Europea, en su conjunto, hubieran decidido desde el primer momento, desde el inicio de la crisis de la deuda, que la reducción de los déficits se haría de una manera más equilibrada, sin la formidable urgencia que imprimieron y que exigieron.

Ahora es ya evidente que ese calendario era imposible de cumplir, y ahora ya está claro que esa agenda tendrá que ser más holgada. Pero por el camino han quedado cientos de miles de personas para las que no hubo cuartel, a las que no se dio ni tan siquiera el trato que merecen los vencidos.

Es posible que Merkel y sus asesores creyeran que los ciudadanos del sur somos ganado al que la única forma de conducir es echarles perros que les muerdan las patas. La realidad es que los ciudadanos del sur no somos un conjunto de personas criadas para la explotación o la corrupción, o por lo menos, no más que los ciudadanos del norte. Aquella decisión fue un error brutal, una decisión tosca, adoptada como si no tuviera consecuencias sobre seres humanos, sino sobre materiales poco valiosos, en beneficio de unos intereses determinados y muy poco gloriosos: los bancos acreedores de los países del norte y los intereses electorales de sus partidos políticos.

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Steinburck a Merkel: “Europa es nuestro futuro, invertimos en él como lo hicimos en la reunificación alemana”

“Ni el canciller Kohl, ni ninguno de sus predecesores, hubieran consentido que se abusara de un país de la Unión para mayor gloria nacional como usted consintió que se abusara de Grecia”. Peer Steinbrurck, el candidato socialdemócrata que se enfrentará a Merkel en 2013, subrayó su duro juicio con un puñetazo en el atril de su escaño parlamentario, el pasado jueves.

Steinburck no es un dirigente extremista; más bien al contrario, pertenece al ala más moderada del SPD. Tampoco es un aficionado que no entienda de economía. Fue el ministro de Finanzas del primer Gabinete de Merkel, en 2005, cuando se formó la gran coalición.

Según The Economist, es un hombre de lengua hiriente, pero también uno de los pocos políticos alemanes con sentido del humor. En cualquier caso, protagonizó esta semana, momentos antes de que la canciller emprendiera viaje a la cumbre europea, un debate apasionado, como los que cualquiera querría oír en su propio Parlamento.

El dirigente socialdemócrata dijo algo que muchos hubiéramos querido oír proclamar bien alto en Bruselas, en boca de nuestros políticos y de los miembros de la Comisión: cuando invierten en la Unión Europea, los alemanes invierten también en su propio futuro. “Europa es nuestro futuro y tenemos que invertir en él, igual que invertimos en la reunificación de Alemania”, proclamó, con rotundidad, Steinburck. “Y su deber, señora canciller, era haber explicado esto a los alemanes mucho antes, sin que la realidad hiciera saltar por los aires la tapa de la olla”.

Alemania y la Unión han intimidado y han abusado de Grecia. ¿Cómo compensar ahora los daños que han causado las políticas de austeridad galopante? ¿Cómo proseguir las políticas de ajuste, que siguen siendo necesarias, en Grecia y en otros países europeos, pero equilibrando el ritmo? ¿Cómo recuperar una actividad económica que ha quedado arrasada y a unos ciudadanos que han sido descartados? ¿No sería razonable que la propia Unión se responsabilizara por lo ocurrido y ayudara a echar a andar a quienes quedaron con las piernas desgarradas a mordiscos?

La última reunión del Consejo Europeo, esta semana, no permite alentar esperanzas. La Unión se ha vuelto a plegar a las exigencias de Merkel y retrasará la unión bancaria, tan necesaria para España, hasta garantizar que Berlín sigue siendo el dueño de las jaurias, con un supercomisario para presupuestos.

Steinburck, de 66 años, ganará o no las elecciones de 2013, cumplirá o no sus promesas, pero con su plan de recuperar la economía, defender los programas sociales y de regular los mercados financieros y, sobre todo, con su primer discurso como candidato a canciller ante el Parlamento alemán, ha conseguido ponerse en el mapa de la Europa del Sur.

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