Fraude chino-español
La Operación Emperador demuestra que durante años falló la vigilancia aduanera
Decenas de detenciones, la presunta implicación de un potentado coleccionista de arte, la incautación de enormes cantidades de dinero en efectivo y el hecho de que el epicentro de la operación fuera el chinatown mayor de Europa indican que el golpe asestado ayer por la policía española no es uno más contra las mafias chinas. Habitualmente, estas tramas detectadas por la justicia se dedicaban a explotar a seres humanos en la prostitución o los talleres clandestinos —casi siempre textiles—. La desactivada ayer, sin embargo, es una amplia red, bien organizada, que operaba en diversas zonas del territorio español y controlaba desde la distribución de productos de alta y baja gama —muchos de estos últimos para las tiendas de todo a cien— hasta la extorsión, el tráfico de drogas, el juego y el blanqueo de capitales.
Los datos conocidos hasta el momento sobre esta llamada Operación Emperador iniciada por la Fiscalía Anticorrupción hace ya dos años demuestran que, además de mover millones de euros, la red mafiosa podría haber contado con la colaboración del Ayuntamiento de Fuenlabrada a través de un concejal, el socialista José Borrás. Este facilitaba presuntamente licencias fraudulentas de locales. Pero lo más preocupante es la incapacidad de los servicios de vigilancia aduanera para evitar un fraude tan masivo. Al polígono de Cobo Calleja arribaban cada día grandes contenedores procedentes de puertos de toda España y los comerciantes pagaban la mercancía con dinero en efectivo, hurtando de paso a la hacienda pública cientos de miles de euros.
Es cierto que Cobo Calleja era un territorio inexpugnable en el que la policía solo osaba entrar de vez en cuando. La opacidad de estas redes mafiosas y la ausencia de denuncias por parte de las víctimas ha dificultado tradicionalmente la labor policial. Pero es sorprendente que el Estado no disponga de otros controles más estrictos para evitar tantos delitos de manera continuada durante tantos años; en especial los relativos al fraude fiscal. Saber que esta nueva red mafiosa, adornada socialmente por la presunta implicación del actor porno español Nacho Vidal, sacaba el dinero en efectivo hacia China de la manera más burda en furgones y barcos es otra cuestión inquietante. No cuadra en absoluto con lo que cabe esperar de un país europeo supuestamente bien organizado.
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