África en miniatura
Esta entrada ha sido escrita por INÉS LEZAMA, de UNICEF en Camerún.
Al oír habla de Camerún uno piensa en el fútbol y en el paraíso. Rodeada del verdor del paisaje, de palmeras y respirando el aire puro de las colinas de la ciudad, creo en ocasiones estar de verdad en un paraíso…. Y como todo decorado de cine, la realidad se encuentra detrás, escondida tras las bambalinas.
Llevo exactamente un mes en este país del África Central, considerado como de renta media y día tras día no dejo de sorprenderme. Y es que es un país de disparidades geográficas, de contrastes, de ahí que lleve el apodo de África en miniatura. Desde la zona de bosque del sur, pasando por las mesetas del oeste, hasta el norte que se asemeja a sus vecinos de Chad. Lo mismo sucede en cosas tan básicas como el acceso al agua potable, 51% de la población en zona rural tiene acceso al agua contra 92% en zona urbana. La tasa de mortalidad infantil en el Norte es de 205 por cada 1.000 nacidos vivos, frente a 75 en la cuidad de Douala.
Pero si algo es aún más sorprendente es que, en un país en el que la economía se apoya en la agricultura y que ocupa tres cuartas partes de la producción activa, dos de cada cinco niños sufren dedesnutrición crónica, aunque esto es invisible o más bien no perceptible.
El otro día conocí a dos niños, que aparentaban tener la misma edad que los míos , pero al preguntarles me quede sorprendida, ya que el mayor de ellos tenia 4 años más que mi hijo mayor y unos diez centímetros de talla de menos, el pequeño también parecía 3 años más pequeño. El retraso de crecimiento de estos niños no es un fenómeno físico casual, o la inseguridad alimentaria sino la consecuencia de un cúmulo de factores del entorno como la falta de alimentación adecuada, la incidencia de enfermedades e infecciones, la falta de higiene y probablemente su desnutrición sea parte de su destino antes de ser concebidos, ya que es de carácter intergeneracional. Desgraciadamente, el retraso de crecimiento es un freno al desarrollo de su intelecto y de sus capacidades y una pérdida de capital humano para el país. El costo económico de no prevenir la desnutrición es enorme, hasta 2-3% del Producto Interior Bruto de pérdidas.
Y de nuevo son los que viven en zonas rurales y los más pobres, lo que más sufren de este problema de desnutrición crónica. Este indicador es el espejo de las condiciones de vida de la sociedad y refleja no sólo la nutrición sino diversas dimensiones de privación infantil y por eso se le conoce como el indicador de la inequidad.
Lo triste es pensar que a los 6 meses de vida ya está todo dictado y que a los dos años no podemos hacer nada para evitarlo. Esto nos deja poco margen de acción para prevenir este mal. Solo 1.000 días y unos 77 euros por niño para que se pueda evitar.
UNICEF y sus aliados de desarrollo establecen líneas de trabajo de diversos sectores para contribuir a la prevención de la desnutrición crónica: desde la promoción de la lactancia materna exclusiva a la provisión de complementos vitamínicos y de alimentos terapéuticos listos para el consumo, o la mejora de los servicios de salud. Apoyamos al Gobierno en la creación de políticas de nutrición y de otros sectores que incluyan la desnutrición crónica como prioridad de desarrollo y que fomenten la inversión en nutrición como inversión en desarrollo, ya que se sabe que cada dólar utilizado en reducir la desnutrición puede dar una ganancia en capital humano de 30 dólares. Luego no solo es cuestión de nutrición, es cuestión de desarrollo.
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