Dignificar una profesión
Podría pensarse que los funcionarios sólo saltan a la calle cuando se les toca su sueldo y sus derechos. Pero en nuestra reivindicación profesional, en nuestro trabajo diario, venimos reclamando día a día la dignidad de esta profesión, precisamente porque vemos necesaria una función pública independiente e imparcial, con medios modernos para desarrollar sus funciones, rindiendo cuentas de los resultados al conjunto de la sociedad, a la que nos debemos.
También es verdad que necesitamos hacer una autocrítica, por cuanto a veces la costumbre e incluso el desencanto puede hacernos flaquear. No debemos olvidar nuestra responsabilidad en la gestión los recursos públicos con el convencimiento de que éstos lo son de todos, por cuanto debemos exigirnos la máxima rigurosidad en ello.
Por encima de la reducción de las remuneraciones y de la pérdida de derechos que costaron muchos años alcanzar, los cambios, que venimos viviendo, están produciendo un ruptura de las reglas de la convivencia de este país. Las decisiones unilaterales del Gobierno, por decreto, se alejan de lo que debe ser un proceso de transparencia, participación, negociación y consenso. El resultado es un modelo social donde la equidad en las tomas de decisiones, en el reparto de cargas y beneficios, brilla por su ausencia.— Ángel Marco Barea.
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