El amianto y el diésel
Recuerdo que cuando hice 4º de bachillerato (1971) llegó un día nuestra profesora de francés espantada a clase diciendo que se había descubierto que el amianto era muy cancerígeno. Una sola partícula aspirada podía provocar la enfermedad en un plazo más o menos largo de tiempo al instalarse para siempre en los pulmones. Enumeró una serie de utensilios caseros que podían contener amianto y nos recomendó encarecidamente que los hiciéramos desaparecer de nuestros domicilios. La fabricación y venta de amianto se prohibió en España 30 años más tarde, habiendo provocado en ese tiempo miles de muertes.
En 1997 me compré un coche. En el concesionario había un modelo diésel igual al que quería yo. Habiendo oído que las partículas del diésel eran muy nocivas para la salud, esperé tres meses a que me fabricaran un modelo igual de gasolina, ante la extrañeza del señor del concesionario.
En 2009 me compré un nuevo coche. Quería uno de gasolina, pero no pudo ser. La subvención del gobierno (2000 euros) sólo se me daba si compraba el modelo diésel. Como al fin y al cabo tampoco conduzco por la ciudad, me compré a regañadientes el más económico, el diésel.
Los últimos estudios confirman que las partículas del diésel hacen aumentar considerablemente los casos de leucemias y tumores de pulmón, vejiga y mama, así como el asma infantil y las alergias respiratorias.
1997+30: tal vez en 2027 se empiecen a tomar medidas serias para limitar la contaminación en las ciudades tras los correspondientes miles de muertos. De momento, en Barcelona, una de las ciudades más contaminadas del mundo, se habla de suprimir el carril bici de la Diagonal, el único que permite cruzar el centro de la ciudad sin excesivo peligro en bicicleta.— Federico Cervantes Aira.
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