Azaña y la represión
El señor Ramos desfigura en su carta el contenido de mi crítica —muy favorable— publicada en Babelia sobre su libro, en la cual subrayo la “bien probada inocencia de Azaña” en el caso Casas Viejas. Pero no es irrelevante que un año antes, en su diario de 23 de enero de 1932 (Obras completas, 1968, IV, 311), Azaña precisara su actitud ante un levantamiento anarquista anterior: “...mostré mi resolución de proceder con toda rapidez y con la mayor violencia a reprimir la rebelión. Como Fernando [de los Ríos] me oyó decir que se fusilaría a quien se cogiese con las armas en la mano (sic) quiso disentir; pero yo no le dejé, y con mucha brusquedad le repliqué que no estaba dispuesto a que se me comiesen la República”. Al general Batet le dio “instrucciones inexorables para aplastar a los levantiscos”. Como estudioso y admirador de Azaña siento que tales fuesen sus ideas, pero la verdad es la verdad.— Antonio Elorza.
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