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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

¿Y a mí qué más me da el desarrollo?

Esta entrada ha sido escrita porJAVIER PÉREZ, director del CIECODE y co-autor del informe Hacia un Libro Blanco de la política española de desarrollo.

Foto: Sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

Para alguna gente en nuestro país, el compromiso de España en la lucha contra la pobreza y el fomento del desarrollo internacional son “imperativos morales” de nuestra sociedad a los que nuestros Gobiernos deberían dar la máxima prioridad política.Pero muchas otras personas simplemente no comparten este punto de vista o, enfrentados con cuestiones más domésticas y mundanas, encuentran muy difícil priorizar estos objetivos en el ejercicio de sus responsabilidades cotidianas.

Los argumentos de solidaridad, repetidos como un mantra, llegan a quienes llegan y consiguen lo que consiguen. Lamentablemente ya conocemos cuál suele ser el desenlace de esta disyuntiva en nuestro país: la generalidad de las políticas públicas y prácticas privadas consideran el desarrollo internacional, a lo sumo, un bien deseable que nunca aparecerá entre sus prioridades estratégicas.

Esta semanase presenta un nuevo informe del CIECODE dirigido especialmente a ese público reacio al que aludía hace un momento. El informe plantea para ellos una hipótesis arriesgada: ¿y si la adopción de medidas políticas de las que podríamos denominar “justas” (por su impacto social, económico y/o medioambiental) resultara ser la forma más estratégica e inteligente de promover y defender los intereses particulares de nuestro país?

Algunos de ustedes ya habrán reconocido en todo esto el llamado "argumento del egoísmo inteligente”. Pues sí. Este informe lleva este argumento hasta sus últimas consecuencias: ¿existen en realidad este tipo de “círculos virtuosos de egoísmo inteligente” o son simplemente otra propuesta intelectual que se desmorona a la mínima que se intenta trasladar a la práctica?

Pues juzguen ustedes mismos, el informe está repleto de ejemplos para todos los gustos (fiscalidad, migraciones, política energética…):

- En los diez años anteriores a la imposición del embargo de armas a Libia por parte de NN.UU. (febrero de 2011), las empresas españolas exportaron armas a este país por valor de 15,1 millones de euros. El coste para España de los siete meses de operativo militar de la OTAN en Libia en 2011 fue seis veces mayor (85 millones de euros) que los ingresos obtenidos exportándoles armas. Es decir, la política española de exportación de armas no sólo consintió la venta de armas a la Libia de Gaddafi (que se podría haber evitado bajo la una estricta interpretación de la normativa española, por motivos de derechos humanos y seguridad internacional) para después participar en una coalición militar para derrocarle, ¡sino que además obtuvo con ello un saldo económico negativo! (saldo en el que los ingresos son privados pero los gastos son públicos, todo sea dicho).

- Un informe reciente ha demostrado que las “inversiones socialmente responsables” están obteniendo, de media, mejores resultados en el actual contexto de crisis que las inversiones “convencionales”. La promoción por parte de los poderes públicos de un “modelo español de inversión extranjera” basado en la responsabilidad y en los más altos estándares sociales y medioambientales, podría otorgar a nuestras empresas una nueva ventaja comparativa, mejorar su habilidad para gestionar los riesgos inherentes a invertir en países en desarrollo y facilitar futuras oportunidades de negocio en dichos países. Varios de nuestros países socios (sí, esos con menos paro y menos problemas de deuda) llevan años haciéndolo. El potencial de este tipo de inversiones en nuestro país es aún enorme: de los de los 1,2 billones de euros que supusieron estos fondos en el conjunto de Europa en 2009, España sólo gestionó 14.700 millones de euros.

A mí, personalmente, me da igual si una política pública o una práctica privada “justa” es adoptada por obligación legal, por convicciones morales, por cargo de conciencia o por “egoísmo inteligente”, con tal de que se adopten.

Si es usted uno de los que a priori me hubiera respondido ¿y a mí que más me da el desarrollo?, ojalá le haya despertado el interés. Si no, léalo igual o pásese este miércoles 25 a las 12h por el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde presentaremos el trabajo. El informe está lleno de ejemplos interesantes para contarles a los compañeros de trabajo a la hora del café.

Comentarios

Egun on, Gonzalo! Muy interesante, como siempre; lo único, un pequeño detalle que me ha extrañado y que puede dar lugar a malas interpretaciones, es "libro blanco" y no "libro blando", ¿no?, me voy al blog del Comidista a darte un poco de publicidad, hasta mañana!
Por fin un lenguaje nuevo y con desparpajo sobre el 07.A mí, personalmente, también me da igual si una política pública o una práctica privada “justa” es adoptada por obligación legal, por convicciones morales, por cargo de conciencia o por “egoísmo inteligente”, con tal de que se adopten.Es que hay que matar el hambre de demasiados hambrientos. Se suele decir que ya uno es demasiado. Y si además resultara ser la forma más estratégica e inteligente de promover y defender los intereses particulares de nuestro país pues mejor que mejor.
La idea del EGOISMO INTELIGENTE como argumento en favor de la cooperación al desarrollo que se defiende en este artículo me parece peligrosa.Venimos escuchándolo como un mantra: "la política exterior es parte de la política económica" y "la cooperación es la tarjeta de presentación de la política exterior". Y frente a la amenaza de los recortes, el argumento bienintencionado del egoísmo inteligente: "es buena para España", "no se puede dejar sudamérica en manos de los Estados Unidos", "ayuda a vender en el exterior", "la ayuda al desarrollo facilita la internacionalización", "crea empleo"...Yo estoy a favor de la cooperación, pero en contra de ese argumento, porque si el motivo de fondo para mantener la cooperación es la defensa de nuestros intereses, entonces no haremos la cooperación que necesitan los empobrecidos.
Egun on, Gonzalo! Muy interesante, como siempre; lo único, un pequeño detalle que me ha extrañado y que puede dar lugar a malas interpretaciones, es "libro blanco" y no "libro blando", ¿no?, me voy al blog del Comidista a darte un poco de publicidad, hasta mañana!
Por fin un lenguaje nuevo y con desparpajo sobre el 07.A mí, personalmente, también me da igual si una política pública o una práctica privada “justa” es adoptada por obligación legal, por convicciones morales, por cargo de conciencia o por “egoísmo inteligente”, con tal de que se adopten.Es que hay que matar el hambre de demasiados hambrientos. Se suele decir que ya uno es demasiado. Y si además resultara ser la forma más estratégica e inteligente de promover y defender los intereses particulares de nuestro país pues mejor que mejor.
La idea del EGOISMO INTELIGENTE como argumento en favor de la cooperación al desarrollo que se defiende en este artículo me parece peligrosa.Venimos escuchándolo como un mantra: "la política exterior es parte de la política económica" y "la cooperación es la tarjeta de presentación de la política exterior". Y frente a la amenaza de los recortes, el argumento bienintencionado del egoísmo inteligente: "es buena para España", "no se puede dejar sudamérica en manos de los Estados Unidos", "ayuda a vender en el exterior", "la ayuda al desarrollo facilita la internacionalización", "crea empleo"...Yo estoy a favor de la cooperación, pero en contra de ese argumento, porque si el motivo de fondo para mantener la cooperación es la defensa de nuestros intereses, entonces no haremos la cooperación que necesitan los empobrecidos.
Egun on, Gonzalo! Muy interesante, como siempre; lo único, un pequeño detalle que me ha extrañado y que puede dar lugar a malas interpretaciones, es "libro blanco" y no "libro blando", ¿no?, me voy al blog del Comidista a darte un poco de publicidad, hasta mañana!
Por fin un lenguaje nuevo y con desparpajo sobre el 07.A mí, personalmente, también me da igual si una política pública o una práctica privada “justa” es adoptada por obligación legal, por convicciones morales, por cargo de conciencia o por “egoísmo inteligente”, con tal de que se adopten.Es que hay que matar el hambre de demasiados hambrientos. Se suele decir que ya uno es demasiado. Y si además resultara ser la forma más estratégica e inteligente de promover y defender los intereses particulares de nuestro país pues mejor que mejor.
La idea del EGOISMO INTELIGENTE como argumento en favor de la cooperación al desarrollo que se defiende en este artículo me parece peligrosa.Venimos escuchándolo como un mantra: "la política exterior es parte de la política económica" y "la cooperación es la tarjeta de presentación de la política exterior". Y frente a la amenaza de los recortes, el argumento bienintencionado del egoísmo inteligente: "es buena para España", "no se puede dejar sudamérica en manos de los Estados Unidos", "ayuda a vender en el exterior", "la ayuda al desarrollo facilita la internacionalización", "crea empleo"...Yo estoy a favor de la cooperación, pero en contra de ese argumento, porque si el motivo de fondo para mantener la cooperación es la defensa de nuestros intereses, entonces no haremos la cooperación que necesitan los empobrecidos.

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