Chevron-Texaco: las pequeñas víctimas ganan a los grandes abogados
Esta entrada ha sido escrita por CHRIS JOCHNICK. La versión original del texto fue publicada en inglés en el blog Politics of Poverty.
El médico de María Garafalo –una mujer de 36 años que se recupera de un cáncer, le recomendó que no bebiera el agua del arroyo que pasa cerca de su casa. “Mi salud ha mejorado –dice Garafalo- pero muchos otros están sufriendo. Foto de Coco Laso (Oxfam América).
Durante casi dos décadas, las comunidades del Amazonas ecuatoriano han estado peleando una batalla de largo alcance contra la compañía Chevron-Texaco. La causa son los miles de millones de litros de desechos tóxicos y petroleros vertidos en sus tierras y en su agua (ver la descripción que hace Patrick Radden Keefe en su pieza para la revista New Yorker). Hace dos semanas un Tribunal de Apelaciones ecuatoriano confirmó la condena de 18.000 millones de dólares (ver aquí la entrada en la que describimos los antecedentes), una decisión que puede haber dado a estas comunidades lo necesario para hacer que la compañía se responsabilice de sus actos. Al no tener Chevron actualmente operaciones en Ecuador, los demandantes tendrán que buscar la ejecución de la sentencia en otro lado, pero con esta decisión en la mano pueden perseguir los bienes de Chevron en docenas de países, incluyendo los EEUU. Un informe escrito por los abogados de los demandantes describe las numerosas opciones que tienen disponibles.
Chevron ha hecho un esfuerzo sin precedentes para pelear este caso y su respuesta pública a la sentencia no muestra que vaya a flaquear ahora. El año pasado Chevron se las apañó para convencer a un juez federal de los EEUU para que bloquease la aplicación de la sentencia en cualquier parte del mundo. Afortunadamente, esta decisión –una extralimitación mayúscula- fue rechazada por la Corte de Apelaciones de los EEUU, lo que hace que la sentencia de hace dos semanas sea todavía más significativa. Chevron continúa litigando tanto en EEUU como en La Haya, pero sus posibilidades de escape disminuyen rápidamente. Considerando que la misma compañía se enfrenta a otra demanda de varios miles de millones de dólares por parte del Gobierno brasileño a consecuencia de un vertido reciente, zanjar el caso ecuatoriano debe ser parte de sus prioridades.
Si eso no ocurre, este caso va a continuar haciendo el agosto de al menos un despacho de abogados. Entre los cientos de juristas que Chevron ha puesto a trabajar en este caso (de acuerdo con sus propias declaraciones), una firma se lleva la palma: Gibson, Dunn & Crutcher ha sido el despacho de cabecera de Chevron desde 2009, con al menos 60 abogados asignados a este caso. Como detalla Paul Paz y Mino en su excelente pieza para el Hufftington Post, Gibson tiene una gran responsabilidad en las tácticas de tierra quemada aplicadas por Chevron, incluyendo algunas que han sido objeto de sanciones judiciales contra Chevron y contra el despacho. Considerando a dónde les ha llevado este caso, tal vez la compañía y sus accionistas se pregunten si fue una buena idea pagar cientos de millones de dólares por prácticas legales tan agresivas.
Lo irónico –aunque quizás ilustrativo- es que a la revista The American Lawyer le pareció conveniente designar a Gibson como “el departamento de litigios del año”, glosando su “tenaz” representación de Chevron en el caso del Ecuador, así como sus esfuerzos para atacar a los demandantes (esos 30.000 residentes del Amazonas que siguen viviendo entre los residuos de Texaco-Chevron después de 40 años): “Liderados por Randy Mastro y Andrea Neuman, la firma se lanzó inmediatamente al ataque, dando comienzo a una campaña infatigable para desenterrar la evidencia que tratase de desacreditar a los demandantes y exonerar a su cliente”.
El año 2011 fue un momento importante para el ámbito de los derechos humanos y las prácticas corporativas, ya que se aprobó el primer código de derechos humanos de la ONU aplicable a las empresas (ver aquí la entrada que hicimos sobre este asunto). Como negocios por derecho propio, algunos importantes despachos de abogados han empezado a considerar sus responsabilidades en el respeto de los derechos humanos, incluso cuando ofrecen a sus clientes corporativos una defensa firme de sus intereses. Solo podemos esperar que, en un período razonable, The American Lawyer deje de aplaudir a personajes como Randy Mastro y cuestione el hecho de que una compañía como Chevron utilice tácticas agresivas contra los demandantes y sus abogados para escapar de sus responsabilidades por una violación evidente y extendida de los derechos humanos.
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