Indígenas conservacionistas amenazados
Joanna Eede, escritora y consejera editorial de Survival International, nos ofrece esta entrada que también se publica enel blog en inglés de National Geographic.
Foto: Survival.
"Yo nací en el bosque, y crecí en él. Lo conozco bien", dice Davi Kopenawa, un portavoz yanomami de la Amazonia brasileña, que ha dedicado su vida a luchar por los derechos humanos de los yanomamis y por la protección medioambiental de su hogar ancestral.
El conocimiento de Davi es asombroso: los yanomamis han vivido en la selva durante miles de años. Su mera supervivencia ha dependido de mantener un delicado equilibrio entre la salud ecológica de su bosque y las necesidades del momento de su pueblo. Durante mucho tiempo han vivido bajo la premisa de que coger de la selva más de lo que se necesita, o degradarla de cualquier otro modo, no es únicamente perjudicial para ellos, sino además una completa negligencia de cara a las generaciones que aún están por nacer. "Si dañamos la naturaleza, nos dañamos a nosotros mismos", explica Davi.
Los resultados de un reciente estudio del Banco Mundial, que muestran que los pueblos indígenas son claves para preservar los bosques del mundo, son, asimismo, sorprendentes. Después de todo, se piensa que el 80% de las áreas protegidas del planeta se ubican en territorios de pueblos indígenas. Son los propietarios originarios de los bosques, sus científicos y conservacionistas. Tienen un conocimiento profundo de la flora y de la fauna; o por decirlo de un modo más simple: saben cosas que nosotros desconocemos.
Esta es precisamente la razón por la que estas áreas protegidas, que tan bien han cuidado sus guardianes indígenas, fueron elegidas por los conservacionistas occidentales como reservas. Los jarawa de las Andamán del Océano Índico, por ejemplo, habitan en las últimas zonas de selva virgen que quedan en estas islas. Si echamos un vistazo a un mapa de la Amazonia veremos que buena parte de la vegetación que se encuentra fuera de las reservas tribales ha sido arrasada, mientras que en las zonas indígenas, esta permanece intacta en gran medida.
También el informe del Banco Mundial deja constancia de esto. Partiendo de información obtenida vía satélite sobre los incendios forestales para conseguir apoyo en las mediciones de los niveles de deforestación, el estudio indica que estos fueron un 16% menos en áreas indígenas entre los años 2000 y 2008.
En definitiva, las reservas conservacionistas que excluyen a los pueblos indígenas sufren. Irónicamente, y pese a ello, millones de indígenas en todo el mundo son excluidos de las tierras que son su hogar, convirtiéndose en "refugiados de la conservación".
En India, se estima que 100.000 indígenas ya han sido desplazados en nombre de la conservación, mientras que en África ya se han producido expulsiones masivas de áreas protegidas, incluidos los pigmeos "batwa", que fueron forzosamente desplazados del bosque Bwindi de Uganda con el objetivo de proteger las montañas de los gorilas.
Salvaguardar los ecosistemas no significa protegerlos de quienes han sido sus guardianes desde siempre. Más bien, parece lógico pensar que el mejor modo de proteger los frágiles ecosistemas, así como defender los derechos de los pueblos más vulnerables, es asegurar los derechos de las comunidades indígenas. Para los pueblos indígenas, los bosques viven, su respiración es vital para el futuro del mundo. Ven con horror, y preocupación para con todos nosotros, que los bosques son talados, arrasados y quemados. "Conocemos la salud de la Amazonia", dice Davi Kopenawa. "Sabemos que cuando destruís la selva, cortáis las arterias del futuro y la fuerza del mundo simplemente se escapa. Devolvédnosla, antes de que muera".
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