Porqué España debe ser expulsada del G20 y otras reflexiones
A punto de terminar el curso parlamentario y mientras los partidos se preparan para la vorágine preelectoral, les propongo algunas reflexiones sobre el semestre que nos espera. Seguro que están ansiosos por discutirlas con sus cuñados en el chiringuito:
- ¿Existe la posibilidad de que el Partido Popular haga algo más que dinamitar la ayuda al desarrollo en su próximo programa electoral? Ustedes saben tan bien como yo que no les iba a costar ni un voto (más bien lo contrario).
- Quisiera proponer una contribución sustancial del Gobierno de España a la gobernabilidad global: abandonen el G20 cuanto antes. Dejen el butacón a cualquier país que tenga algo que decir. Mónaco, Samoa... cualquiera. Cuando los adultos se sienten el próximo mes de noviembre a discutir asuntos importantes, como la crisis del precio de los alimentos o la nueva fiscalidad internacional, ahórrennos el bochorno de verles deambular entre las mesas de canapés sin ninguna idea relevante o algún entusiasmo por mejorar las de los demás.
- ¿Cuál será el partido que se atreva a explorar nuevos territorios en sus programas sobre inmigración? A estas alturas, ya deberíamos estar convencidos de las inconsistencias de un modelo que ha fracasado tanto en los tiempos buenos como en los malos; cuyas rigideces condenan a cerca de un millón de inmigrantes sin papeles a apretar los dientes y aguantar aquí como sea. Necesitamos con urgencia una Política Migratoria Europea más flexible y menos obsesionada con la identidad, que nos aleje del provincialismo soberanista con el que hemos funcionado hasta ahora. Mal que les pese a mis amigos socialistas, lo mejor que he leído hasta ahora a este respecto es el programa electoral de UPyD para las últimas elecciones europeas. Fue un soplo de sentido común en este territorio tan radioactivo, en el que los nacional-populistas de la Liga Norte, el Frente Nacional o el PP catalán marcan el paso (de la oca). Confío en que a aquellos no se les haya pasado la borrachera, e incluso confío en que algún otro, como Equo, se apunte al carro.
- Hablando de Equo, la actividad es frenética. Comisiones electorales de todo pelaje se preparan para elaborar el programa que muchos españoles huérfanos están (estamos?) esperando. La suma de pesos pesados como Inés Sabanés es una gran noticia, pero va a hacer falta algo más que nombres atractivos para animar un patio que por ahora observa al sistema con demasiado escepticismo. Lo único que espero es que el Batallón Ibérico de Artistas Progresistas -esos que han saltado del barco zapaterista mientras este se hundía y que ahora andan revueltos buscando ahijados- se entretenga en apoyar a alguien más. Todo lo que tocan se desploma sin remedio.
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